XLIV Congreso de la semFYC - Barcelona
14-16 de noviembre de 2024
Compartir mi experiencia de trabajar en una zona rural.
Era un sueño por cumplir, esperado. Como Médico Interno Residente de Medicina Familiar y Comunitaria formada en una gran ciudad no tuve la oportunidad de realizar la rotación rural. Unos años más tarde la vida me brindó la oportunidad, una «interesante» oferta de trabajo, rechazada por muchos: demasiado remota, sobrecarga laboral, etc.
Al hacer la entrevista confirmé, plenamente consciente, estaba preparada. Heredaba el contingente de pacientes de un médico de pueblo «de toda la vida», más de 40 años, que me dijo: «¡sé que cuidarás bien de mi rebaño!». Eran palabras mayores y sobre todo admiración y respeto, él era «Avet Blau». Un nuevo equipo de profesionales me esperaba, gente de montaña en todos los sentidos.
Vivía a 803 m de altura y bajaba cada día al valle a trabajar, a 291 m, unos 12 km de carretera de montaña apasionantes para conducir.
Aprendí mucho, de todos. De la gente, de mis pacientes, historias de vida, de familias, con genogramas a veces difíciles incluso de dibujar. De su sabiduría, su bondad, su saber estar y dar y sobre todo su confianza. De los amigos que hice. ¡Qué agradecida estoy a la vida!
El hospital más cercano era a 45 km y 45 minutos en coche. El helicóptero venia a menudo para las urgencias graves.
Se trabajaba en equipo y mucho, con altos estandartes de calidad, eran pioneros en la provincia.
Mucho calor y turistas en verano, nieve en invierno, temporales (Gloria y Filomena), pandémia de SARS-CoV-2, pasaron... Vivencias a flor de piel y aprendizajes que me han sumado miles de experiencias.
Dejo atrás con mucho agradecimiento y cariño los 1277 días, una experiencia vital que me ha hecho mejor profesional y persona.
Recomiendo a todos la rural, se vive y aprende intensamente, para toda la vida.