Favorecer el acceso al servicio de salud de pacientes inmigrantes. Controlar brotes de COVID-19 en una comunidad de alto riesgo. Ayudar a la integración de dicha comunidad. Realizar educación sanitaria.

Durante el año 2020, en plena pandemia de COVID-19, se hizo notoria la existencia de una comunidad de inmigrantes subsaharianos –fundamentalmente de Mali y Senegal– en un edificio incluido en nuestra zona básica de salud. La aparición de varios brotes radicados en este lugar sacó a relucir las condiciones de hacinamiento y precariedad laboral y económica que sufrían sus integrantes. Se formó un equipo de intervención, incluyendo personal sanitario y agentes comunitarios con experiencia previa en mediación cultural logrando un clima de colaboración y confianza. Se realizaron visitas diarias a un total de 47 viviendas y más de 200 usuarios. En ellas, se valoraban las necesidas básicas, las características de la vivienda y su idoneidad para un adecuado aislamiento. Se otorgaba información sobre las medidas de prevención, pruebas diagnósticas. Se gestionó la posibilidad de recibir ayudas económicas mientras no pudiesen trabajar, se gestionaron incapacidades temporales y apoyo para recibir alimentos y productos básicos durante su confinamiento. Tras este proyecto, se estableció un vínculo entre la comunidad inmigrante y el centro de salud, permitiendo así el abordaje de diferentes problemas de salud que previamente permanecían ocultos por miedo, ignorancia y desconfianza.

Conocer las características de nuestra población permite un abordaje óptimo de los problemas actuales de salud. Para ello, es fundamental recurrir a los recursos disponibles, asociaciones, mediadores culturales, etc.

La situación actual en la que nos encontramos con el incremento de población inmigrante, obliga a explorar diversas formas de abordaje de problemas sociosanitarios, poniendo el foco no sólo en el individuo, también en la comunidad a la que pertenece.