XXXVIII Congreso de la semFYC – Barcelona
del 10 al 12 de mayo de 2018
Atención Primaria
¿Disuria en varón de avanzada edad?
Enfoque individual
Varón, 82 años, antecedentes personales: hiperplasia benigna de próstata grado II/IV con sondaje vesical permanente, diabetes mellitus tipo2 y distimia. Acude, acompañado siempre por su nieta, con una media de 2,3 consulta a la semana, a su Médico de Familia, desde hace 4meses. El paciente refiere disuria y tenesmo, con combur test y urocultivos negativos, persistiendo la sintomatología a pesar de sondaje vesical pautado por Urología recientemente. Exploración física y analítica también normales. Al preguntarle si presenta alguna otra clínica el paciente toma actitud generalmente desafiante. Se decida citar a solas a la nieta, que manifiesta estar muy angustiada con la situación, y refirie que su abuelo siempre ha tenido un “carácter difícil” pero que desde hace unos meses no entiende su comportamiento, desconfía de todos, presenta amnesia ocasional, ideas rumiantes con la orina y parece, a veces, desorientado temporoespacialmente.
Enfoque familiar
Viudo, vive en el domicilio de su nieta mayor.
Desarrollo
Probable Enfermedad de Alzheimer (EA). ITUS de repetición, patología obstructiva urinaria, demencia, patología cerebrovascular, trastorno psiquiátrico; Trastorno de conducta.
Tratamiento
Tras anamnesis detallada se orientó sobre una posible demencia.
Evolución
Paralelamente a derivar al paciente a neurología que confirmó diagnóstico, se realizaron consultas programadas con la nieta para explicar pautas de comportamiento con el paciente, así como se dieron sesiones formativas grupales en el centro de salud para familiares con pacientes con EA y trastorno de conducta.
Tras tácticas personalizadas para abordar la sintomatología que refería el paciente, desapareció la queja, disminuyendo significativamente el número de visitas al médico y refiriendo la cuidadora principal encontrarse mucho más tranquila. La EA es una enfermedad que afecta tanto a paciente como a familiares. La formación, tanto de profesionales como a familiares, en el manejo no farmacológico de los trastornos de conducta que pueden derivar de esta enfermedad es un pilar esencial para el correcto abordaje de estos pacientes, ayudando a poder mejorar la satisfacción de ellos y de sus familiares.