Atención Primaria.

Debilidad y parestesias en brazos.

Enfoque individual

Mujer de 27 años, con colitis ulcerosa de años de evolución, que acude a consulta refiriendo adormecimiento, debilidad y palidez cutánea en ambos brazos al cargar pesos o al elevar las extremidades por encima de la cabeza. Al descender los brazos posteriormente siente dolor desde la raíz del miembro.

Exploración:

AC: Rítmica sin soplos.

AP: Murmullo vesicular conservado, sin ruidos patológicos sobreañadidos.

En consulta se realiza medición de la TA simultáneamente en ambos brazos, obteniendo cifras de 130/90 mmHg en brazo izquierdo y 120/80 mmHg en brazo derecho.

Pulsos radiales presentes y simétricos en reposo. Se le pide elevar las extremidades por encima de la cabeza mientras se toman los pulsos. A los 10 segundos quedan prácticamente abolidos y se objetiva palidez cutánea.

Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas

Con sospecha de compresión vascular, se solicita inicialmente radiografía de tórax, para valorar posible costilla cervical. Sin embargo, no se encuentran hallazgos de interés en esta prueba.

Entonces se deriva a cirugía vascular, donde se solicita AngioRMN tras confirmar los hallazgos de nuestra exploración. En la angioRMN se observa permeabilidad del eje arterial y venoso axilo-subclavio bilateral en reposo. No obstante, en la máxima abducción de brazos se objetiva oclusión proximal de arteria subclavia derecha y estenosis proximal en arteria subclavia izquierda, en relación con compresión extrínseca a nivel del espacio costo-clavicular. Eje venoso bilateral permeable.

Tratamiento y planes de actuación

Se deriva a rehabilitación para iniciar tratamiento conservador.

Evolución

La paciente se encuentra en lista de espera para intervención quirúrgica tras fracaso del tratamiento conservador rehabilitador.

El «síndrome del desfiladero torácico» describe un conjunto de síntomas que se originan secundariamente a una compresión del paquete neurovascular braquial. Es una patología que aparece predominantemente en mujeres de entre 20-40 años y su prevalencia en la población general es de entre 3-80 casos por cada 1.000 personas.

Es una patología que puede ser fácilmente sospechada si se conoce, lo cual es importante para procurar no sólo un tratamiento que trate de aliviar la sintomatología, sino también una valoración que permita descartar o predecir posibles complicaciones.