Aplicar la metodología de mejora continua de la calidad al realizar la atención integral a una paciente oncológica en situación de final de vida. 

Fátima tiene 52 años, dos hijas, cuatro  nietos, otro que llegará pronto  y además cáncer de ovario con diseminación peritoneal. Su camino hacia la muerte ha  sido un proceso difícil, imprevisible, influenciado por su cultura musulmana, su  situación económica y  familiar; para su equipo de atención primaria demasiado afectado por la barrera idiomática que nos separaba de ella.

Decididas a aprender de la experiencia, realizamos una revisión de la literatura (Cuiden, Enfispo, pubmed) para identificar qué estándares de calidad permiten evaluar  los cuidados del paciente oncológico al final de su vida.

En base a la bibliografía determinamos 7 estándares: información y comunicación; conocimiento del diagnóstico y el pronóstico;  lugar de fallecimiento; control de síntomas; preparación para la muerte; tiempo pasado en familia; espiritualidad y apoyo del  equipo profesional.

Retrospectivamente, cada profesional analizó este proceso revisando los 7 estándares.   Valoramos nuestra actuación, detección de dificultades, propuestas de mejora y  el resultado al aplicarlas. Si no hubo una detección adecuada, describimos por qué ocurrió y cómo solucionarlo. Posteriormente lo pusimos en común

Esta metodología nos ha permitido analizar desde una perspectiva objetiva el proceso único de morir. A pesar de la alta carga emocional fuimos capaces de determinar  cuáles fueron las barreras del paciente, de la familia, del sistema, pero sobre todo  las propias. A partir de ahí, establecimos propuestas de mejora en la atención al paciente  al final de su vida.   

La revisión sistématica de estos ítems por parte del equipo asistencial, el paciente y la familia  a lo largo del proceso de final de vida,  permite detectar necesidades que podrían pasar desapercibidas y realizar las acciones necesarias para mejorar la calidad en la atención  para “morir en paz”.