XXXVI Congreso de la semFYC – A Coruña
del 9 al 11 de junio 2016
Moderador
Rey García, Jesús
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CS de A Estrada. Pontevedra. Tutor de residentes de MFyC.
Dinamizador
Eirea Eiras, Carlos
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CS de Bueu. Pontevedra. Tutor de residentes de MFyC. Responsable de Docencia del CS Bueu. Miembro del Comité Editorial de Guías semFYC.
1. Análisis de los modelos de atención integrada en España: la experiencia del País Vasco
Nuño Solinís, Roberto
Economista de la Salud. Deusto Business School Health. Universidad de Deusto. Bilbao.
2. Modelos de áreas de gestión integrada en la Comunitat Valenciana. Visión desde la AP.
Bayón Rueda, Antoni
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CS Trinitat. Valencia. Departament de Salut La Fe. Comunidad Valenciana. Colaborador en la Universidad de Valencia. Miembro del GdT 3er y 4º Mundo de la SVMFiC.
3. Modelos de áreas de gestión integrada en Andalucía. Visión desde la AP.
Gómez Doblas, Juan José
Especialista en Cardiología y en Medicina Familiar y Comunitaria. Director de la Unidad de Gestión Área del Corazón. Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga. Doctor en Medicina. Tutor de Residentes. Presidente de la Sociedad Andaluza de Cardiología. Miembro del Comité Ejecutivo de la Agencia de Investigación de la Sociedad Española de Cardiología.
Resumen
El progresivo aumento de la complejidad de la atención, debida a la alta especialización y a la intervención de múltiples servicios, unido al incremento de los pacientes crónicos y pluripatológicos, hace cada vez más necesaria la coordinación asistencial.
Diferentes comunidades autónomas están desarrollando experiencias diversas para intentar conseguir mejorar la comunicación entre los diversos proveedores que intervienen en la atención al paciente.
Los diversos modelos de gestión integrada deberían constituirse en una fuente de aprendizaje para comprender la naturaleza de los cambios introducidos y, sobre todo, si han conseguido, y de qué manera, mejorar la coordinación, la continuidad asistencial y la eficiencia.
Las mayores críticas surgidas sobre estos nuevos modelos están orientadas a que la Atención Primaria (hasta la actualidad reconocida como base y eje del sistema) suele perder peso; los ciudadanos y pacientes, así como el ámbito social, apenas son tenidos en cuenta, ya que no existen modelos de evaluación rigurosos que permitan comparar las diferentes experiencias y entornos, y sus potenciales resultados sobre la salud de la población.
Los objetivos de esta mesa son, por lo tanto, analizar los modelos existentes, sus debilidades y fortalezas, sus amenazas y oportunidades; las posibles repercusiones laborales y asistenciales sobre los proveedores; los modelos evaluativos necesarios y la repercusión sobre la salud de la población.
1. La necesidad de integración/coordinación asistencial y de su adecuada conceptualización y evaluación
Cualquier iniciativa dirigida a garantizar que la asistencia es continua y no fragmentada y que redunde en una mejor experiencia del paciente y en una mayor coordinación del trabajo de los profesionales y que mejore indicadores de calidad, de eficiencia y de resultados en salud es, en principio, algo positivo para nuestro sistema de salud.
A ese tipo de iniciativas las denominamos de integración asistencial. Dentro de estas, una de las más populares en el SNS ha sido la creación de áreas integradas, organizaciones sanitarias integradas o gerencias únicas, las cuales agrupan la Atención Primaria y dispositivos hospitalarios de un área geográfica-poblacional mediante una integración organizativa real (titularidad única) o virtual (redes de proveedores de titularidad diversa).
La literatura en la materia es bastante consistente al afirmar que la mera integración vertical no garantiza una mayor integración clínica ni mejores resultados sanitarios, más allá de eficiencias iniciales derivadas de la fusión de procesos de apoyo con eliminación de duplicidades o logro de economías de escala, o de la reducción de directivos.
Conocer algo más de estas experiencias supone bucear en la «caja negra» de las iniciativas clínicas y de gestión pro-integración que se han venido adoptando en cada una de ellas, dado que bajo un mismo nombre conviven realidades con grados muy diversos de «integración».
Es necesario valorar estas experiencias; sin embargo, al margen de la experiencia del País Vasco, parcialmente evaluada, de algunos casos de estudio de las organizaciones integradas sanitarias (OSI) catalanas y de algunas evaluaciones recientes de las concesiones valencianas, es muy difícil saber si se han analizado, dada la carencia de información pública al respecto.
2. Panorama de la integración asistencial en el SNS
Algunas de las comunidades autónomas que están trabajando con un modelo de integración asistencial son Galicia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Cataluña, Región de Murcia, Comunidad Valenciana y País Vasco. Vamos a hacer un breve recorrido por Cataluña y la Comunidad Valenciana para pasar posteriormente a detallar el modelo vasco, sus características, cómo se ha evaluado y algunos resultados obtenidos.
Actualmente existen en torno a veinte organizaciones integradas verticalmente en el sector concertado del sistema público sanitario de Cataluña. Algunas de estas OSI se han estudiado de forma descriptiva,1 existiendo gran diversidad en las mismas. Es interesante destacar que una de ellas, Badalona Serveis Assistencials, ha sido identificada como best practice de integración sociosanitaria a nivel europeo.2
La Comunidad Valenciana cuenta con 24 departamentos de salud con un alto grado de autonomía, financiación capitativa, gestión integral de la atención sanitaria, facturación de la asistencia sanitaria entre departamentos y dirección por objetivos. Existen cinco áreas gestionadas por el modelo concesional que dan cobertura a más de un millón de personas. El modelo ha sido evaluado, no sin controversias, y se ha mostrado un gasto per cápita 20 % inferior al modelo público3 con una calidad comparable o superior.
3. Las Organizaciones Sanitarias Integradas en Euskadi
En 2016 se ha terminado de configurar un mapa sanitario en el que toda la población cubierta por el seguro público en el País Vasco está asignada a una OSI. Este modelo surgió de la Estrategia Vasca de Cronicidad de 2010 y se pilotó en cuatro OSI (tres de ellas lideradas por directivos de AP), junto, y este aspecto es importante, con una panoplia de iniciativas dirigidas a la integración estratégica, clínica y funcional.
La mencionada estrategia apostaba por reorientar las organizaciones sanitarias hacia modelos más integrados que proporcionasen una respuesta de calidad y más eficiente al paciente crónico. Estas experiencias han ido emergiendo en procesos en los que se facilitó la iniciativa y la experimentación local lideradas por los profesionales (enfoque de «abajo a arriba», con más de cien proyectos de innovación en integración) y se apoyó el proceso con herramientas transversales: nuevos roles de enfermería, historia compartida, estratificación poblacional, programas de autocuidado, etc. La evaluación de la primera OSI (Bidasoa)4 dio muchas de las claves para el diseño e implementación del modelo «definitivo», que se sustenta en tres pilares básicos: creación de una cultura común en los dos niveles asistenciales, integración clínica y definición de una fórmula de gobernanza integradora.
En el caso del País Vasco, se ha comprobado en las OSI un avance en la atención integrada a la cronicidad,5 una mejora de la percepción de colaboración entre niveles4,6 y reducciones en indicadores de frecuentación hospitalaria (urgencias, ingresos y reingresos).7 También, se ha visto que en el periodo 2009-2012 mejoró la eficiencia de la AP tanto en el modelo OSI como en el no OSI.8
Conclusiones
Las áreas de gestión integrada pueden facilitar la coordinación entre niveles y contribuir a mejorar la calidad y eficiencia, en función de cómo se desarrollen y de qué procesos y herramientas se pongan en marcha a partir de su creación. Si el proceso es una mera fusión gerencial, su impacto será mínimo, y además habrá la tendencia a introducir el riesgo de un mayor hospitalcentrismo y de que AP quede más relegada.
Bibliografía
La coordinación de objetivos, recursos y actividades en un área de salud responde a necesidades de eficiencia y efectividad en la prestación de los servicios. La gestión integrada (GI) de los recursos asistenciales es una de las formas de alcanzarlas. No siempre posible, probablemente necesaria, pero desde luego no resulta suficiente.
El Sistema Valencià de Salut se ordena en departamentos de salud (DS) que equivalen en la Comunitat Valenciana a las áreas de salud de la legislación básica estatal.
La gestión integrada de los servicios y niveles asistenciales tiene como base estos DS con el objetivo de «prestar una asistencia sanitaria y sociosanitaria ágil, dinámica, eficaz y sin barreras».1 Con este fin, cada DS integra las acciones de promoción y protección de la salud, prevención y curación de la enfermedad y rehabilitación coordinando los diferentes recursos existentes y garantizando una sanidad sin escalones. La coordinación de niveles asistenciales se debe llevar a cabo haciendo posible la máxima eficiencia en la ubicación y uso de los recursos, así como las condiciones estratégicas más adecuadas para la sinergia.
Las especialidades médicas del nivel extrahospitalario se adscriben a los servicios para garantizar la máxima integración de la asistencia y la continuidad de cuidados y en beneficio mutuo tanto del profesional como del ciudadano.
Esta normativa se aplica tanto a los departamentos de gestión pública directa como a los cinco bajo concesión administrativa, conocidos como «modelo Alzira» que atienden al 20 % de la población.
El tercer modelo de gestión de servicios sanitarios de financiación pública a menudo olvidado atiende a algunos grupos de empleados públicos afiliados a MUFACE, MUGEJU e ISFAS. Por sus características es un modelo desintegrado y desintegrador al que está afiliado cerca del 5 % de la población valenciana.2
Los DS bajo concesión administrativa han afrontado la GI con procedimientos más flexibles, posibles para la iniciativa privada, pero también allí la integración de facto es un proceso lento, costoso e inconcluso, que avanza de manera irregular.
Es complicado responder a la GI desde una perspectiva de amenazas y oportunidades. Por otra parte, quienes sobre todo hemos trabajado en Atención Primaria tendemos a ciertos apriorismos que retroalimentamos hasta convertir en profecías autocumplidas.3
Por estas razones, más que respuestas, sería pertinente plantear algunas preguntas alrededor de este tema:
Muchos de los problemas resultantes de la integración no se derivan de esta, sino de una cultura de la organización que incorpora la subsidiariedad de la Atención Primaria frente a la asistencia especializada.
Parte de las reticencias de Atención Primaria a la gestión integrada procede de expectativas profesionales colectivas, quizá gremiales. La integración de la gestión en el área, más que una amenaza, es una oportunidad para verificar cuáles de esas expectativas provienen de una parte sustancial del colectivo. Pero sobre todo marca un momento excelente para analizar cuáles de ellas concuerdan con las necesidades de salud de la población de ese área.
Referencias
El modelo organizativo de gestión integrada en Andalucía se ha realizado en base a las áreas de gestión sanitaria. La primera de ellas se creó en 2002 en el área del Campo de Gibraltar. Las áreas de gestión sanitaria son responsables de la gestión unitaria de los dispositivos asistenciales tanto de la Atención Primaria como de la atención hospitalaria, así como de la salud pública, en una demarcación territorial específica, y de las prestaciones y programas sanitarios a desarrollar por ellos.
Su objetivo es impulsar la coordinación entre unidades asistenciales y mejorar la continuidad en la atención sanitaria.
Actualmente existen catorce áreas de gestión sanitaria en Andalucía. Aunque este modelo no está extendido a la totalidad del territorio, está presente en mayor medida en las demarcaciones no urbanas o de ciudades medias.
Este modelo cuenta con ventajas e inconvenientes teóricos.
Entre sus ventajas se incluyen el establecimiento de alianzas con otros proveedores, el desarrollo de sistemas de información integrados, la puesta en marcha guías de práctica clínica compartidas, la normalización de planes de trabajo en procesos, planes de calidad globales, la organización por procesos, la mejora de la capacidad resolutiva de la Atención Primaria, la flexibilidad en la gestión de recursos humanos, los objetivos compartidos y alineados, etc.
Entre sus limitaciones está el secuestro del presupuesto por las necesidades hospitalarias, la alineación de los equipos directivos con la actividad asistencial hospitalaria, la escasa evaluación de resultados en algunos casos, la escasa reasignación de recursos, la ausencia de cambio de rol de Atención Primaria de puerta de entrada a gestor de recursos.
En Andalucía se han realizado evaluaciones antes y después de la implantación de algunas áreas integradas con mejora en algunos objetivos de integración. Pero las limitaciones de los indicadores elegidos o el problema del sesgo temporal hacen difícil su interpretación. Por otro lado, no existía cultura de evaluación de objetivos en salud previo a esta implantación, lo que ha dificultado su valoración a este nivel. En el ámbito laboral, aunque hay cierta mejoría en la posible movilidad de los profesionales, esta siempre es en cierto modo voluntarista y limitada.
No existen evaluaciones globales de estas áreas de gestión a nivel andaluz, o si existen, no han sido publicadas o comunicadas.
Desde el punto de vista de los profesionales hospitalarios, se percibe una mejora de la comunicación entre ambos niveles asistenciales y una mejor disposición hacia una relación fluida entre ambos ámbitos. Por otro lado, se ve como una amenaza la accesibilidad a pruebas diagnósticas desde Atención Primaria.
Sin lugar a dudas, carecemos de comparaciones con áreas no integradas en cuanto a resultados principalmente en salud. Por otro lado, la exclusión de las áreas urbanas de estas áreas integradas hace difícil la comparación por un sesgo de selección.