XXI Jornadas de Residentes y III de Tutores de la semFYC - Cáceres
10 y 11 de noviembre de 2017
Centro de salud y servicio de Urgencias.
Cefalea y mal estado general.
Enfoque individual
Paciente de 29 años sin antecedentes de interés que acude a nuestra consulta por malestar general, cefalea holocraneal opresiva con irradiación a zona trapezoidea de una semana de evolución. Ya fue valorada en nuestra consulta con diagnóstico de cefalea de características tensionales y sin signos de alarma, y se le pautó analgesia de primer nivel. Hoy acude con la misma sintomatología asociando temperatura axilar de 37,5 ºC con sensación nauseosa sin vómitos. No presenta otras alteraciones. Con esta exploración física, derivamos a atención secundaria para completar estudio. Durante su estancia en el hospital se mantiene con medidas sintomáticas y el cuadro se resuelve al alta hospitalaria.
Exploración física: en Atención Primaria fue normal, excepto la exploración neurológica, que detectó rigidez de nuca con Kernig y Brudzinski negativos.
Pruebas complementarias en atención secundaria: hemograma, bioquímica y coagulación normal. Punción lumbar: líquido transparente y claro. Citobioquímica: pleocitosis con predominio linfocitario. Cultivo de LCR: estéril. TC y RM sin alteraciones.
Diagnóstico diferencial
Juicio clínico: meningitis linfocitaria de etiología vírica.
Diagnóstico diferencial: 1. meningitis vírica por enterovirus, Cockasakie A y B, Echovirus, CMV, herpesvirus, VIH, Brucella abortus, toxoplasma. 2. Meningitis bacteriana por Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitidis y Listeria monocytogenes. 3. Meningitis de etiología farmacológica.
Tratamiento
Tratamiento sintomático y de soporte. Vigilando estrechamente las constantes de este paciente.
Evolución
Favorable.
La meningitis viral se caracteriza por una respuesta inflamatoria del LCR poco acusada, con pleocitosis discreta de predominio habitualmente linfocítico. Es más frecuente que la bacteriana, sigue un curso evolutivo más benigno, a excepción de inmunocomprometidos y lactantes, en los que con frecuencia se asocia a complicaciones neurológicas e incluso a mortalidad. El diagnóstico de sospecha se produce por la coincidencia de síntomas y signos de infección (como fiebre), de irritación meníngea (como cefalea, fotofobia, rigidez de nuca) y de afectación del SNC (como alteración del nivel de conciencia). No se puede diferenciar por la clínica, de un modo fiable, entre meningitis vírica y bacteriana, por lo que ante la sospecha clínica se debe remitir al paciente al hospital. Habitualmente solo es necesario tratamiento sintomático.