XXXVII Congreso de la semFYC – Madrid
del 4 al 6 de mayo 2017
Servicios de Urgencias
Caso multidisciplinar
Cefalea y síndrome vertiginoso
Enfoque individual
ExADVP. Fumadora. VIH. VHC. Sd Steven–Johnson con ceguera bilateral por queratitis secundario a Sulfamidas. Trastorno de pánico.
Mujer de 47 años que consulta por cefalea occipital y dolor cervical de 15 días de evolución con náuseas y sensación vertiginosa pautándose tratamiento sintomático. A la semana es revalorada en domicilio por cefalea holocraneal que aumenta con Valsalva, vómitos, dificultad para la marcha e inestabilidad sin rotación; destacando Romberg y dismetría, por lo que ante los signos de alarma es derivada a Urgencias Hospitalarias para descartar cefalea secundaria. En hospital de referencia se descarta dicha sospecha sin realizar prueba de imagen cerebral.
Ante la persistencia de los síntomas, la paciente acude a otro Hospital.
E. Inicial: dismetría de mano derecha, maniobra de Barany negativa, Romberg positivo e inestabilidad que impide la deambulación.
Radiografia tórax: imagen nodular LSI.
TC craneal: lesión expansiva en fosa posterior. Hidrocefalia aguda secundaria. Ptisis bulbi bilateral.
Enfoque familiar
Casada, buen soporte familiar. Nivel socio-cultural bajo.
Desarrollo
Ante la aparición de signos de alarma nos planteamos cefalea secundaria.
Cefalea tensional, cefalea migrañosa, cefalea secundaria, ansiedad, vértigo, síndrome vertiginoso.
Dificultad para exploración neurológica en paciente invidente. Complejidad para diferenciar gravedad en patologías con alta prevalencia siendo la causa más frecuente problemática banal.
Tratamiento
Apoyo y seguimiento por AP y Salud Mental. Cirugía. Quimio-radioterapia.
Evolución
Se planteó tratamiento con intención curativa, opción que se desestimó ante progresión de la enfermedad, iniciando terapia paliativa.
Los Médicos de Atención Primaria somos el primer contacto con los servicios sanitarios de nuestros pacientes, aportando un seguimiento y visión longitudinal que nos permite ver su evolución.
Tenemos que ser capaces de discernir patologías potencialmente graves o que requieran tratamiento fuera de nuestro ámbito, teniendo muy presentes los signos de alarma.
A pesar de la sobrecarga asistencial deberíamos reconocer aquellos casos que requieran más atención para evitar errores en el diagnóstico.
Ante las malas noticias el apoyo de la familia y de su Médico cobra especial relevancia, pues se deposita en él la confianza conseguida durante todos los años de seguimiento, siendo esta parte importante del tratamiento.