Servicio de Urgencias de Atención Primaria de Segovia, sábado por la mañana.
Enfoque individual
La invito a acompañarme para explorarla, descartando mastitis.
Enfoque familiar y comunitario
Se explica el método de reducción progresiva de la lactancia materna: “no ofrecer, no negar” a lo largo de un mes.
De repente miradas asustadas, gestos nerviosos, palabras en su idioma. Él habla: «En nuestro país, cuando cumplen 2 años se les da algo a los niños para que dejen de querer tomar teta. Escribimos con bolígrafo azul en un papel un mensaje diciéndole al niño que ya no va a querer tomar más teta, lo introducimos en un vaso con agua, y cuando el papel se disuelve y tiñe el agua se lo bebe el niño y ya no quiere tomar teta nunca má. Tarda más o menos una semana en hacer efecto».
Se plantea la posibilidad de que aquí no funcione ese método, y se insiste igualmente el método de retirada progresiva.
Más nervios: «Si el niño vuelve a tomar teta puede enfermar.»
Él se disculpa: «Puede que le parezca una locura, pero en nuestro país es así.»
El niño llora. La mujer no, pero casi.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
En este caso se plantean dos problemas:
Si bien hay protocolos y estudios que abordan el primero de los problemas, el segundo es mucho más complejo de manejar. Es necesario lo que se ha definido como competencia cultural: una de las capacidades adquiridas por los profesionales sanitarios y recogidas por el propio sistema de salud, que reconoce «la importancia de la influencia de los factores sociales y culturales en las creencias y comportamientos del paciente respecto a la salud».
Tratamiento y planes de actuación
Es muy difícil en tan sólo unos minutos trabajar las ideas equivocadas o las creencias mágicas en salud, profundamente arraigadas en la cultura de los pacientes, con la enorme presión social y familiar que tienen en su entorno. Cinco, tal vez diez minutos en la consulta, frente a toda una vida. Finalmente, se recetó Cabergolina 0.25 mg/12 h durante 2 días.
Evolución
Simultáneamente se les ofreció ayuda en caso de que en el futuro decidieran tener otro hijo y se vieran en una situación similar: confiar en su médico de familia para abordar la supresión de la lactancia de un modo distinto.
Frecuentemente, y cada vez más, acuden a nuestras consultas pacientes procedentes de países con culturas muy distintas a las nuestras. Hacer juicios de valor únicamente consigue culpabilizar a los pacientes y alejarlos de los servicios médicos. Es necesario hacer un ejercicio de introspección para ver cuáles son nuestras actitudes como profesionales ante estas situaciones, y reconocer el respeto y la empatía como valores fundamentales para abordar estos casos.