En un centro de salud (CS) con 7 UBAs, se añade un circuito de procesos agudos consistente en dos consultas donde profesionales con especialización en enfermería familiar y comunitaria realizan la atención de pacientes con procesos agudos leves de curso autolimitado siguiendo criterios clínicos: síntomas catarrales, odinofagia, fiebre de menos de 5 días de evolución, náuseas, vómitos, diarrea, molestias urinarias.  Realizan anamnesis, exploración del paciente, explicación del proceso con entrega de una guía de consejos y cuidados, prescripción y parte de baja si procede.  Ante signos de alarma o dudas, se consulta o se deriva a un profesional de medicina.El resultado obtenido es la disminución de la carga asistencial en la agenda de las UBAs y la respuesta tanto de pacientes como de profesionales es satisfactoria.

La pandemia nos ha enseñado que los CS son un equipo, que funciona cuando todas las piezas trabajan en una misma dirección. La orientación de los procesos banales desde admisión hacia el circuito de agudos, realizado por personal de enfermería formado, descarga la presión asistencial que asola las UBAs, haciendo que los pacientes sean atendidos con prontitud en sus dolencias leves, consiguiendo en el mismo acto resolución de su demanda y educación en autocuidados. De este modo las UBAs pueden dedicar más tiempo de calidad para recuperar la atención a los pacientes crónicos, problemas de salud mental, acompañamiento al final de la vida… que tanto se ha perdido con la pandemia.

Aplicable a cualquier CS, especialmente aquellos con falta de personal médico, donde la capacidad resolutiva del resto del equipo es fundamental para mantener la calidad asistencial.