XXXIX Congreso de la semFYC - Málaga
del 9 al 11 de mayo de 2019
Atención Primaria.
Cefalea y tensión arterial elevada.
Enfoque individual
Mujer de 47 años. Antecedentes personales: Charcot–Marie–Tooth. Obesidad. Asma a tratamiento con fluticasona/salmeterol. Migraña. DM tipo II a tratamiento con metformina. HTA de diagnóstico reciente a tratamiento con enalapril.
Acude por urgencias al centro de salud por cefalea frontotemporal opresiva desde hace unas horas. En la farmacia tensión arterial elevada (TA 154/113). No fotofobia ni sonofobia. No náuseas ni vómitos. Afebril. No dolor torácico ni ninguna otra sintomatología.
Exploración: TA 150/90. Consciente, orientada, colaboradora. Eupneica. Nerviosa. Auscultación cardiopulmonar normal . Exploración neurológica normal salvo patología de base (abolición de reflejos universal. Marcha dificultada por pie equino).
ECG: RS a 65lpm sin alteraciones.
La paciente ha sido vista en urgencias y en consulta con frecuencia en las últimas semanas por sintomatología muy diversa sin datos de organicidad: pinchazos torácicos, tensión elevada, cefalea, rinorrea...Decidimos hacer un abordaje biopsicosocial. En la entrevista centrada en la paciente, refiere problemática familiar: violencia de género sufrida por una hija en proceso de separación (su hija no es paciente de nuestro cupo). A esta situación se une la dificultad de afrontación de la ruptura por parte del resto de familiares por ser de etnia gitana, según manifiesta.
Enfoque familiar y comunitario
Etnia gitana. Buen apoyo familiar. Vive con su marido y un hijo. Etapa del ciclo vital de Contracción (IV).
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Migraña, crisis hipertensiva, problema social (código Z).
Tratamiento y planes de actuación
Realizamos abordaje del problema de base, seguimiento y acompañamiento en consultas sucesivas. A pesar de tener el diangóstico, no codificamos como código Z.
Evolución
Tras varias semanas mejoría de la clínica y espaciamiento de las visitas al solucionarse el problema social desencadenante del cuadro.
Con este caso clínico vemos la importancia de la longitudinalidad y del abordaje biopsicosocial que permite evitar la yatrogenia y la medicalización de un problema social. Sin embargo, a pesar de llegar a un diagnóstico correcto, todavía se nos resiste codificar el episodio como un código ‘Z’. ¿Por qué nos sigue dando miedo utilizarlos? Lo que no se nombra no existe.