Enfoque individual
Antecedentes personales:
- Hipertensión arterial y Diabetes Mellitus tipo 2.
- No otros antecedentes de interés para el caso.
Tratamiento habitual: Lisinopril, Metformina, Empaglifocina (inicio reciente).
Exploración física:
Enfoque familiar y comunitario
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Teniendo en cuenta la correlación temporal del inicio de tratamiento con Empaglifocina y el cuadro clínico, nos encontramos ante un probable efecto adverso del mismo: la vulvovaginitis.
Los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (ISGLT2) pueden aumentar el riesgo de infecciones genitourinarias por su efecto glucosúrico, especialmente al inicio del tratamiento. Afortunadamente, la mayoría de los casos son leves y muestran buena respuesta al tratamiento convencional, sin precisar la supresión del tratamiento.
Tratamiento y planes de actuación
En el caso de nuestra paciente, la primera medida fue tomar un cultivo vaginal e iniciar de manera empírica el tratamiento con Clotrimazol. Tras obtener el resultado del cultivo, se verificó que se trataba de una vulvovaginitis candidiásica.
Al revalorar a la paciente, se comprobó que la clínica había desaparecido, encontrándose asintomática.
Evolución
Ante la buena evolución del cuadro y la importancia de mantener este fármaco por sus múltiples beneficios, se valoraron junto con la paciente los aspectos positivos y negativos de mantener el ISGLT2.
Lo más importante de este caso fue abordar de manera conjunta este efecto adverso. Se dedicó tiempo a la comunicación y se reforzaron las medidas higiénicas, haciendo hincapié en un correcto lavado y secado tras cada micción o defecación. Asimismo, se explicaron los síntomas a vigilar y cuándo volver a consultar.
La confianza depositada en la especialidad de Medicina de Familia, permite tomar decisiones compartidas médico-paciente continuamente. De esta manera, se pueden asumir conjuntamente ciertos riesgos en favor de los beneficios de los distintos tratamientos farmacológicos. Además, la continuidad en el seguimiento, permite revalorar periódicamente estos riesgos-beneficios, individualizando el tratamiento según las necesidades y prioridades del paciente.