Después de mi formación en un centro urbano de Andalucía y un tiempo trabajando como adjunta precaria, acepté un contrato de refuerzo en Osakidetza- Servicio vasco de salud. Me animaba la idea de conocer un sistema sanitario diferente e intentar mejorar mis condiciones de trabajo.

Firmé tres meses de verano para cubrir consultas de atención primaria en diferentes centros de salud en función de las necesidades del servicio, sin obligación de hacer atención continuada. La mayoría del tiempo ha sido en centros de salud de poblaciones de tamaño intermedio, en horario de tarde, con varias unidades de atención familiar y siempre cercanos, al menos geográficamente, a un hospital.

Creo importante destacar la coordinación y facilidad de acceso al segundo nivel como consultores, especialmente el trabajo con Medicina Interna: tanto para valoraciones presenciales de los pacientes como para los ingresos directos de pacientes frágiles en la planta del hospital.

El Euskera es probablemente lo primero en lo que pensamos muchas sanitarias cuando nos hablan de la posibilidad de trabajar en Osakidetza. Creo que la lengua es tan solo uno de los puntos de esa competencia cultural para alguien que hace este viaje sur-norte y aún más cuando la parada final es en el medio rural. Administrativamente no he tenido ninguna traba, y en la práctica clínica pocas, si bien en algunas ocasiones ha facilitado la asistencia que el resto del equipo (admisión, enfermería) fueran bilingües. Hay otros aspectos que sí he tenido la posibilidad de mejorar durante este período: existen diferencias culturales y ambientales que muestran su relevancia en la anamnesis, en el lenguaje no verbal e incluso en la epidemiología.

Estar atenta a esta serie de factores creo que me ha servido para mejorar la relación médica-paciente con aquellas personas que habitualmente viven, y usan los servicios públicos, en euskera.