XXXVII Congreso de la semFYC – Madrid
del 4 al 6 de mayo 2017
Ponente
María del Mar Rodríguez Gimena
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. SAR del CS Buitrago del Lozoya. Madrid. Responsable de violencia de género del CS Buitrago del Lozoya
Resumen
La violencia de pareja contra las mujeres (VPM) es la forma de violencia de género que vemos con más frecuencia en las consultas de Atención primaria. En la última encuesta realizada en la Comunidad de Madrid la prevalencia de la VPM es del 7,6 %.
La detección de las situaciones de VPM se debe realizar en las consultas de Atención Primaria. La infradetección es un problema que invisibiliza a las mujeres que la sufren y a todos los problemas de salud que la VPM conlleva, nos lleva a diagnósticos erróneos de los malestares de estas mujeres y a propuestas terapéuticas que las medicalizan y empeoran y nos conduce a la petición de pruebas diagnósticas innecesarias.
Para poder hacer una correcta detección necesitamos varias herramientas que se trabajarán en la actividad. Se uti lizará un vídeo con propuestas de cómo realizar la detección, y después se hará trabajo en grupos pequeños y una breve exposición con los conceptos básicos sobre detección.
La violencia de pareja contra las mujeres (VPM) es la forma de violencia de género más frecuente en las consultas de Atención Primaria (AP).
En la última encuesta realizada en la Comunidad de Madrid la prevalencia de la VPM es del 7,6 %1.
En la macroencuesta de 2015, realizada en todo el territorio español, un 9,2 % de las mujeres residentes en España, de más de 16 años, sufrió violencia psicológica de control por parte de alguna pareja o expareja en los últimos 12 meses2.
En cuanto a la prevalencia, en un estudio multicéntrico realizado en consultas de AP, el 32 % del total de mujeres tuvo algún tipo de maltrato a lo largo de su vida3.
La VPM es la más frecuente, la más invisible y, probablemente, la más destructiva de las violencias contra las mujeres4.
La detección de las situaciones de VPM se debe realizar en las consultas de AP. La infradetección es un problema que invisibiliza a las mujeres que la sufren, y todos los problemas de salud que la VPM conlleva, conducen a diagnósticos erróneos de los malestares de estas mujeres y a propuestas terapéuticas que las medicalizan y empeoran, e inducen a la petición de pruebas diagnósticas innecesarias5.
Se sabe, por diferentes encuestas, que las mujeres que sufren VPM padecen más problemas de salud y su calidad de vida es peor que la de las mujeres que no la sufren.
Se necesitan diferentes herramientas, algunas conocidas y otras que resultarán de uso menos cotidiano.
Para una correcta detección es imprescindible ponerse las gafas violetas.
Las gafas violetas son unas «gafas» especiales que permiten ver situaciones hasta ese momento invisibles. En la literatura científica se pueden encontrar referencias a estas gafas bajo diferentes conceptos: perspectiva de género y perspectiva feminista y salud.
La perspectiva de género o feminista en salud implica entender el fenómeno de la VPM desde el enfoque de que esta proviene de la desigualdad y las diferencias de poder entre hombres y mujeres que se instauran a través del proceso educativo, de las leyes, el entorno social, la religión, etc., en un proceso llamado «socialización de género».
En el estudio cualitativo, realizado en la Comunidad de Madrid en el año 20046, ya se recoge que la manera de hacer de los médicos de AP en las consultas va a depender de su propia socialización de género y desde qué modelo explicativo entiendan que se produce la violencia.
Por lo tanto, para detectar hay que reflexionar desde el punto de vista personal (qué opinamos y cómo nos posicionamos ante la VPM). Si no, estaremos haciendo una intervención que puede ser sesgada, yatrogénica o que invisibilice los problemas de salud asociados que sufren las mujeres que padecen esta violencia de pareja.
Es importante recordar que en toda intervención sanitaria se debe tener en cuenta que la seguridad de la mujer es el asunto prioritario. Y que las actuaciones deben ir encaminadas a favorecer el empoderamiento de la mujer y la reducción de los síntomas y a que retome el control de su vida.
No se van a desarrollar aquí los conceptos básicos, pero es imprescindible que todos los profesionales sanitarios conozcan el ciclo de la violencia, los tipos de violencia, la pirámide de la violencia, las estrategias utilizadas por el hombre que ejerce la violencia, en qué momento de la toma de conciencia sobre su situación se encuentra la mujer (véase el modelo fases de cambio)7, el impacto de la violencia sobre los hijos e hijas, cómo se hace una valoración del riesgo vital y el plan de seguridad.
Para preguntar, es importante evitar estereotipos y prejuicios en relación con la atención a las mujeres. No se trata de interrogar a las mujeres, sino de conocer algunas estrategias y algunos test. Pueden ser de utilidad:
Otros cuestionarios útiles se pueden encontrar en el catálogo de instrumentos para el cribado y la frecuencia del maltrato físico, psicológico y sexual del Observatorio de salud de la mujer del Ministerio de Sanidad10.
Para profundizar en los diferentes tipos de violencia y la definición de caso puede ser de utilidad el cuestionario ENVEFF11.
Es una herramienta muy útil que se utiliza en el abordaje de los pacientes que acuden a las consultas. También servirá para la detección de casos de VPM.
Hay que procurar realizar preguntas abiertas, utilizar la escucha reflexiva (permite repetir frases o ideas verbalizadas por la mujer, señalar sentimientos asociados, etc.). También es importante saber tolerar el silencio, evitar la utilización de frases hechas, no juzgar ni sermonear y recapitular o resumir al finalizar la entrevista para favorecer la reflexión sobre la intervención realizada.
Como en todos los problemas de salud complejos, la formación resulta un elemento imprescindible.
La formación de los y las profesionales sanitarios con enfoque de género es imprescindible. Todavía a día de hoy muchos y muchas profesionales no conocen los efectos sobre la salud de la VPM ni cómo abordarla en las consultas de AP.
En las diferentes comunidades autónomas se han hecho distintas formaciones, en concreto en la CM se hizo la estrategia de formación de formadores y formadoras para que estas mismas compañeras formaran, en cursos básicos de 10 horas y talleres de casos clínicos, a los equipos de AP12.
En el estudio cualitativo citado se concluyó que para «sanitarizar» la intervención en VPM en las consultas de AP y profesionalizarla era imprescindible una formación específica en el tema.
En este mismo informe se indica que, si bien el trabajo en equipo en AP es lo deseable, todavía en la atención a las mujeres que sufren VPM es un trabajo a mejorar e incluso impulsar.
Tras una correcta detección y valoración del caso, durante el seguimiento puede ser necesario derivar a la mujer que sufre VPM a determinados recursos específicos de atención, respetando sus tiempos y su deseo.
Cada profesional debe conocer qué recursos locales específicos hay cercanos a su CS (municipales y comunitarios) y, en el caso de la CM, conocer la Red de Puntos Municipales del Observatorio Regional de Violencia de Género13.
Para finalizar, rescatar unas palabras de la profesora Luisa Posada Kubissa en las que se refiere a la violencia de género, en su libro Filosofía crítica y reflexiones feministas: «el rechazo no es siempre conciencia crítica».
Esperemos que la conciencia crítica nos ayude a una mejor intervención con las mujeres que sufren VPM y transitan nuestras consultas sin ser detectadas.