XXXVIII Congreso de la semFYC – Barcelona
del 10 al 12 de mayo de 2018
Atención Primaria.
Caso multidisciplinar
Solicitud de prueba del VIH.
Enfoque individual
Paciente varón de 43 años, natural de Nigeria, sin alergias medicamentosas conocidas y con antecedentes de Malaria y Tifus e HTA en tratamiento con Atenolol. Acude a consulta de su Médico de Atención Primaria solicitando prueba del VIH. Interrogándolo, refiere que cuando viaja a su país, mantiene relaciones sexuales de riesgo, sin que su mujer actual en España lo sepa. En la exploración física destacan adenopatías cervicales, una mayor de 2 cm debajo del mentón, adenopatías axilares e inguinales. Se realizan serologías: VIH positivo; Ac HBc IgG positivo; IgG CMV positivo; VHA, VHC, lúes, toxoplasma y quantiferon negativos.
Enfoque familiar
Tras el resultado de las pruebas, indicamos que debe comunicárselo a su mujer, mostrando cierto rechazo e informándonos además de que esta se encuentra embarazada de 33 semanas. Indicamos que puede acudir a nuestra consulta con ella, para informarle de la situación. Finalmente, el paciente accede a contárselo, y poco después, la pareja se pone de parto, por lo que se le realizan dos test rápidos de VIH, que son negativos, y da a luz.
Desarrollo
Infección por VIH A1. HLA B5701 negativo. Tropismo R5.
Dilema ético.
Tratamiento
Insistimos en métodos barrera para prevenir el contagio.
Se deriva a Unidad de Enfermedades Infecciosas para completar estudio e iniciar tratamiento con Emtricitabina/tenofovir y Raltegravir.
Evolución
En sucesivas revisiones se observa disminución significativa de las adenopatías. El paciente toma infusiones (moringa, comino negro, zarzaparrilla…) que interfieren en los tratamientos, por lo que se indica que las deje.
Con este caso pretendemos reflexionar sobre el dilema entre mantener el secreto profesional y el principio de no maleficencia, ya que la pareja desconocía la situación, se trata de una enfermedad infectocontagiosa, quedaba poco para el parto y existía riesgo de contagio. En el capítulo 30 del Código Deontológico Médico, se refleja que cuando nos encontramos con enfermedades infectocontagiosas, si nuestro silencio puede derivar en el perjuicio a terceros, debemos indicar a nuestro paciente que lo comunique, pero si esto no es efectivo, el médico podría revelar el secreto, amparándose en proteger a las personas que conviven y corren riesgo de contagio.