XXXIV Congreso de la semFYC - Gran Canaria
del 12 al 14 de junio 2014
OBJETIVO
Investigar si hay relación entre el género y la supervivencia después de un episodio de ictus tratado con fibrinólisis.
MATERIAL Y MÉTODOS
Estudio multicéntrico y prospectivo(2006-2013)de cohorte fija de casos incidentes de primer episodio de ictus tratados con fibrinólisis. Atención primaria y hospitalaria. Variables sociodemográficas, fecha de ictus, riesgos vasculares:escala Framingham, REGICOR, CHA2DS2-VASc, Essen, NIHSS, índice de Barthel y estado vital al final estudio. Análisis descriptivo. Razón incidencia. Análisis de la supervivencia por Kaplan-Meier. Bivariado entre supervivientes y fallecidos y multivariante de Cox. Valor p significativo ≤ 0,05. Intervalos de confianza(IC95%).
RESULTADOS
91 pacientes con edad media 68,02±11,9 años. Los hombres tienen mayor riesgo cardiovascular basal. El tiempo medio de seguimiento fue de 2,95±2,33 años. La tasa de incidencia para todo el grupo fue 8,5/100 personas/año de seguimiento (IC95% 5,4-12,8); en el grupo de mujeres fue 4,2/100 casos/año (IC95% 1,5-9,2); y en los hombres, 13,4/100 casos/año (IC95% 7,8-21,5). La razón de tasa de incidencias (IR) mostró una mayor riesgo en los hombres respecto a las mujeres IR=3,2(IC95% 1,2-8,0). Los fallecidos en relación a los supervivientes son mayores (p 0,032); con mayor riesgo cardiovascular basal (p 0,040) y de recidiva de ictus (p <0,001), más patología cardiovascular previa al ictus (p 0,005); mayor severidad del ictus (p 0,002); y menor puntuación Barthel un año después del ictus (p 0,016). El porcentaje de muertes es superior cuando el paciente es derivado a centros de agudos o de larga estancia (p 0,006) en relación a aquellos derivados a domicilio, pero sólo el género (HR 1,12 IC95% 1,05-1,20) y la prevención cardiovascular secundaria (HR 0,13 IC95% 0,06-0,28) se asociaron con la mortalidad de los pacientes.
CONCLUSIÓN
Después de un episodio de ictus tratado con fibrinólisis, los hombres tienen un 12% más de riesgo de morir que las mujeres y la ausencia de prevención cardiovascular secundaria aumenta 7,7 veces el riesgo de mortalidad.