XXX Congreso de Comunicación y Salud - Santander
del 3 al 5 de octubre de 2019
Enfoque individual
Varón de 78 años.
Diagnosticado de cáncer de próstata en fase terminal, con intensa astenia y debilidad, preámbulo de un deterioro progresivo y una necesidad creciente de ayuda.
La intimidad, facilitada por el entorno domiciliario, permitió conocer más estrechamente al paciente y la expresión de sus deseos. Con manifiesta serenidad, lucidez y determinación declaró su deseo de no prolongar la vida para así evitar ser testigo de su propio deterioro y la pérdida de autonomía. En definitiva, el paciente solicitaba poner fin a su sufrimiento, buscando la comprensión y complicidad de su médico, a pesar de contar con buen apoyo familiar y un aceptable control de síntomas.
Enfoque familiar y comunitario
Vecino del mismo barrio toda la vida. Mujer y dos hijas, que comprendían y apoyaban los deseos del paciente.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Demanda de sedación paliativa de un paciente terminal no agónico, bien argumentada y razonada, para finalizar su sufrimiento emocional, ocasionando un dilema ético y profesional para su médico.
Tratamiento y planes de actuación
La petición supuso para su médico un reto profesional sin precedentes, que le generó grandes dudas, pero que trató de resolver con cercanía, comprensión y empatía, dada la profunda convicción del paciente. Finalmente, asimiló la razón de la demanda del paciente y asumió su compromiso con él tratando de complacer sus últimas voluntades.
Evolución
Tomada la decisión de iniciar la sedación, el paciente empeoró a lo largo del fin de semana y falleció antes de poder despedirse de su médico.
El papel de un buen médico de Atención Primaria ante un paciente terminal es el de acompañar, dar consuelo y paliar el sufrimiento. Sin embargo, parece que el dolor físico propicia una respuesta más interiorizada y tendente a la compasión, que el dolor emocional, probablemente porque frente al sufrimiento psicológico o existencial nos sentimos más desamparados, al ser más difícil de evaluar. Esto plantea un inevitable dilema ético que, en términos formales, puede parecer resuelto (la sedación paliativa por sufrimiento emocional es uno de los supuestos reconocidos por la SECPAL y la la European Association of Palliative Care) pero que frente al paciente deviene inevitable.