XXXIV Congreso de la semFYC - Gran Canaria
del 12 al 14 de junio 2014
ÁMBITO DEL CASO
Atención primaria
Caso multidisciplinar.
MOTIVOS DE CONSULTA
Paciente con deterioro neurológico severo, incapaz de alimentarse.
HISTORIA CLÍNICA
Enfoque individual
Antecedentes Personales: Varón de 80 años. Enfermedad de Parkinson muy evolucionada. Traqueostomía definitiva por parálisis recurrencial bilateral. Neumonía por aspiración en 2012. Situación basal: encamado hace 10 años.
Anamnesis: Deterioro progresivo del estado nutricional, de años de evolución, agudizado en el último mes, tanto por rechazo a un número creciente de alimentos como por ocasionales dificultades para la deglución.
Exploración: Rigidez y atrofia generalizada. Dificultad para masticar y tragar. Ninguna pieza dental. Úlcera por presión en sacro. Comunicación sólo gestual, cada vez más limitada.
Enfoque familiar
Permanece en su domicilio. Su mujer es la única cuidadora.
Desarrollo
La enfermera que le atiende en el domicilio, plantea la necesidad de valorar hidratación y nutrición artificiales. La esposa del paciente rechaza esta opción.
La negativa a instaurar nutrición artificial en un paciente con deterioro neurológico severo, incapaz de alimentarse, nos enfrenta a los profesionales a un dilema ético: ¿Está el paciente en situación terminal?; ¿Cambiaría su pronóstico con la nutrición enteral?; ¿Se trata de una medida terapéutica renunciable o es un cuidado humano básico?; ¿Causa dolor u otras molestias la inanición?
Para afrontarlo, optamos por: valorar la situación clínica y funcional del paciente; revisar la bibliografía sobre decisiones ético-clínicas en alimentación artificial y entrevistarnos con la cuidadora principal.
Tratamiento
Se decidió no utilizar soporte nutricional artificial considerando que la enfermedad era progresiva e irreversible, que no existen pruebas suficientes para sugerir que la alimentación enteral sea beneficiosa en estos pacientes, que la inanición completa produce analgesia, y que esta forma de alimentación ha de ser considerada un tratamiento médico renunciable y no meramente un cuidado mínimo de sustento vital. Es decir que para su instauración, siempre que sea posible, hay que tener en cuenta la opinión del paciente o considerar sus deseos a través de la información obtenida de su familia y/o cuidadores.
Evolución
El paciente falleció, en su domicilio, dos meses después.
CONCLUSIONES
La toma de decisiones debe ser siempre individualizada, incluyendo las preferencias del paciente y sus familiares.
No hay evidencias de que el soporte nutricional mejore la calidad de vida de pacientes con deterioro neurológico severo e irreversible.