13-14-15 de noviembre de 2025
Como médicos, nuestro deber es cuidar, acompañar, curar y educar a nuestros pacientes. Sin embargo, actualmente, debemos lidiar con el inconformismo y la exigencia manifiesta por parte de muchos de estos. Hoy en día, disponemos de un acceso ilimitado a la información, así como a la utilización de recursos, sin embargo, muchas veces lo que deseamos no es lo correcto o indicado, y esto en ocasiones cuesta comprender e interiorizar. Educar lleva tiempo, aprendizaje, implicación y responsabilidad, sin embargo, todo ello se ve afectado cuando no es valorado, especialmente por aquel para el que es destinado.
El paciente, históricamente, es descrito como un ser vulnerable. Sin embargo, cuando las convicciones y/o deseos de este superan al criterio médico, maltratando verbalmente al profesional sanitario, puede llevarnos a plantearnos quién es el que se encuentra en un verdadero estado de vulnerabilidad.
Los insultos, amenazas y críticas, constituyen una forma de violencia verbal, que nadie nos ha enseñado cómo afrontar. Generalmente, no se nos protege cuando sufrimos un episodio violento, e incluso se nos responsabiliza de no haber sabido manejar la situación con técnicas de comunicacion, hasta se llega a criticar en múltiples ocasiones la verbalización del incidente.
Sentirnos desprotegidos y abandonados, sin el suficiente respaldo, con solo obligaciones, cuando el paciente solo es conocedor de sus derechos, hace que perdamos implicación a la hora de realizar la educación sanitaria que el paciente y el sistema necesitan.
Centros de salud.
Servicios de urgencias hospitalarias y puntos de atención continuada.
