Atención domiciliaria.

Deseo de eutanasia.

Enfoque individual

Joaquín es un hombre de 64 años con una neoplasia terminal que le ha dificultado su vida diaria, incapacitándolo para casi todas sus actividades cotidianas, incluso en su alimentación. Presenta un grave deterioro de su estado general, tanto físico como psíquico.

Enfoque familiar y comunitario

No tiene domicilio propio, por lo que vive en casa de su hermana, de estado civil separado y es totalmente dependiente, recibiendo ayuda de sus hijas y compañía de su perro. 

Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas

Abordaje socio-familiar, Proceso de toma de decisiones.
Situación de últimos días.

Tratamiento y planes de actuación

Durante la primera visita domiciliaria, tuvimos que ganarnos el cariño de su perro, que tenía un papel protector hacia Joaquín.

Por otro lado, Joaquín nos expresó su afirmativa a comenzar con el proceso de eutanasia. Nosotros le informamos sobre todo lo que esto conlleva y su complejidad asociada. Él nos explicó: «No me arrepiento de haber llegado hasta aquí, pero ya es el momento de aceptar mi destino». Entre lágrimas, no se dejó convencer por parte de sus familiares de otra opción.
Planeamos estratégicamente un seguimiento semanal con Joaquín para la cumplimentación de todos los documentos pertinentes, realizando visitas domiciliarias para psicoterapia de apoyo, tanto con él como con sus familiares, optimización del tratamiento y consejos para mantener una calidad de vida aceptable.

Evolución

Tras un mes exitoso, Joaquín comenzó con empeoramiento repentino de su estado de ánimo, repercutiendo en su capacidad física. Acudimos a visitarle de nuevo, y con un estado cognitivo impecable, aunque con habla descorazonadora, aludió querer seguir con el proceso, muy gratificado con nosotros por haberle dado la mano como a un igual durante todo este tiempo.

Todo ser vivo llega a su límite, tras experimentar un contexto único que nadie más podría comprender completamente, y es esto lo que les impulsa a querer solicitar una ayuda para morir, de forma firme, libre y meditada. De tal manera, nosotros como profesionales de la salud, tenemos el deber de velar por sus derechos como ser humano y acompañarle en su toma de decisiones.