XLIV Congreso de la semFYC - Barcelona
14-16 de noviembre de 2024
Reflexionar sobre la residencia médica en Medicina Familiar y Comunitaria y su transcendencia tanto a nivel personal como poblacional, especialmente en su interacción con los pacientes.
El médico residente de Medicina Familiar y Comunitaria es quien, a lo largo de su formación, llega a conocer todos los centros de salud de área y se convierte en una figura familiar en los hospitales. Este conocimiento profundo del sistema sanitario es valioso no solo desde un punto de vista funcional y laboral, sino también humano.
Ejemplo de ello es la historia de una médico residente y su paciente hiperfrecuentadora del Consultorio Local (de las que nos hace sonreír siempre que se acerca), que además de temer antecedentes personales importantes que merecen vigilancia estrecha tenía una carga de cuidados familiares no menos importante.
Un día por la mañana, la residente pudo valorarla por otalgia «tontorrona», ya que acudió a consulta acompañando a su marido (como habitual). Sin apreciar patología grave o urgente le pautó tratamiento sintomático.
Por la tarde, estando la médico residente de guardia en urgencias del hospital, llega un helicóptero. Entra en modo fight or flight y al acercarse encuentra la misma paciente en estado crítico. Para sorpresa del equipo médico, pudo resumir detalladamente los antecentes personales y completar la anamnesis.
Ya por la noche, después de estabilizar la paciente, le acompañó a cuidados intensivos, donde mostró una mejoría progresiva y se recuperó completamente.
Dos semanas después, a medio de una mañana de domicilios (los que se hacen caminando por el pueblo), la misma médico residente encuentra a su paciente por la calle. Al reconocerse terminan en un caluroso abrazo y alguna lágrima.
La visión integral del paciente desde la perspectiva del Médico de Familia es fundamental. Beneficia no solo al paciente en todos sus procesos asistenciales, sino también al profesional, promoviendo una formación más humanizada.