Describir el funcionamiento de un centro regional para aislamiento voluntario para personas infectadas por SARS-CoV-2.

La vulnerabilidad social de determinados colectivos aumenta el riesgo de contagio. Los centros de aislamiento para atender adecuadamente las necesidades de diferentes personas han sido fundamentales. En noviembre de 2020 se habilita un centro con 72 plazas, espacios de convivencia, aire libre y un programa de intervención social. Cuenta con equipo de enfermería, técnicas auxiliares de enfermería, trabajadoras sociales y supervisión médica telefónica. Dispone de medicación básica y oxigenoterapia. Criterios de inclusión para ingresar en el centro: presentar infección por SARS-COV-2, estar asintomático y/o presentar síntomas leves, ser autónomo y aceptar el ingreso de forma voluntaria. Entre el 16 de noviembre de 2020 y el 28 de febrero de 2021 ingresan 107 usuarios de 117 solicitudes, mayoritariamente varones (79%), edad media de 43.7 años, el 54% de nacionalidad española y un 32% de migrantes del norte de África El 8.4% son derivados de centros de salud y el 10.2% proceden de ingresos hospitalarios por imposibilidad de aislarse en su domicilio. El 30% proceden de albergues para sin techo, el 17.7% de residencias de personas con discapacidad y el 14,9% de residencias de mayores. El resto, de comunidades terapéuticas o son itinerantes. Durante la estancia se derivan por empeoramiento a hospitales a cuatro usuarios.La intervención social permite generar dinámicas de grupo muy productivas con un 80% de personas satisfechas o muy satisfechas con la experiencia.

El enfoque comunitario y social en el diseño estructural y funcional de un centro de aislamiento ha garantizado la convivencia y satisfacción de personas infectadas procedentes mayoritariamente de grupos vulnerables.

Los centros de aislamiento deben asegurar además de la atención sanitaria, un programa de intervención social que facilite la convivencia y se adapte a las necesidades de los diferentes colectivos.