Esta experiencia nació de la necesidad de aplicar lo estudiado… Los objetivos conseguidos nunca fueron planificados.

El jefe de Atención Continuada comentó un curso de ecografía pulmonar gratuito. A este le siguieron el de renovesical, el de trombosis. Se mezclaron con un par de libros, horas de internet. Todo ello creó la necesidad de practicar lo aprendido. El dispendio fue un sacrificio. Organizarse en tiempo y espacio fue posible. Estoy aprendiendo, es lo que digo a los pacientes del consultorio después de dos años de hacer ecografía clínica. Sigo aprendiendo y mientras obtengo información extra para el manejo del cólico nefrítico, nódulo tiroideo, hematuria puedo ver esteatosis hepáticas y confirmar ascitis distingo entre crepitantes respiratorios y cardiacos, incluso veo "colas de sirena nadando en aguas pulmonares" Mi ecógrafo es un colega como pocos, me acompaña incrementa mi capacidad resolutiva y disminuye mi incertidumbre. Sigo aprendiendo y ahorro derivaciones al confirmar quistes epididimarios acorto tiempos diagnósticos de tumores vesicales, tiroideos, renales, incluso ováricos. Mi ecógrafo muestra imágenes que puedo explicar a mis pacientes… y eso no tiene precio. Sigo aprendiendo y en algún caso sorprendiéndome; no es habitual hallar un aneurisma ilíaco al estudiar una disuria repasando para que el día que aparezca un trombo o un "código de barras pulmonar", no se me pasen quedan por conquistar la ecografía clínica abdominal, osteomuscular y cardio; entre otras.

La inseguridad de hacer cosas nuevas, el gasto económico y las dificultades logísticas (tiempo) juegan en contra; pero se compensan con creces ante la satisfacción personal y de los pacientes al gestionar derivaciones, acortar tiempos diagnósticos y tomar decisiones sobre la base de hallazgos obtenidos, de forma inmediata y que, además optimizan el manejo del paciente. 

En mi caso la que considero necesaria, normalmente a costa del tercio no asistencial de la jornada. Pero claramente va in crescendo.