Nuestra sociedad no tiene lugar para los malestares emocionales, por lo que se busca  su rápida resolución. En nuestro centro detectamos un consumo crónico de benzodiacepinas del 16,14%, siendo un 69% mujeres. Nos planteamos conocer los discursos y las prácticas entorno al consumo crónico de benzodiacepinas (BZP) y su feminización.

Estudio cualitativo de base etnográfica. Criterios de inclusión: a) mujeres con consumo crónico de BZP, mayores de edad y b) profesionales médicos que ejercen su práctica profesional en el centro de salud. Todos fueron informados del estudio y se solicitó el consentimiento informado. La participación fue voluntaria, anónima y sin retribución económica.

Grupo focal: 6 mujeres, entrevistas: 3 médicos. Encontramos que las mujeres se encuentran en un estado liminal, atrapadas en su rol de identidad, convirtiéndose en esclavas absolutas sin devolución simbólica, lo que acaba produciendo una ruptura emocional, la crisis de la presencia, que activa la búsqueda de la pastilla, perpetuándose su consumo por no reparar la causa. Se produce un embodiment de la enfermedad, pensándose desde una identidad totalizante y una normalización de la neurosis, cosa que anula cualquier posibilidad de reposición produciendo la cronificación del consumo como una forma de evitar la destrucción del mundo vital. Por parte de los médicos observamos que no se actúa en la modificación de los factores psicosociales desencadenantes, a pesar de su reconocimiento. La prescripción inicial sigue los protocolos establecidos y su continuación es generada por la actividad de otros especialistas, un determinismo neurobiológico y la elevada presión asistencial.

Se presentan así, nuevas oportunidades en el abordaje del tratamiento con BZP desde la Atención Primaria, utilizando las técnicas cualitativas e incluyendo los saberes de las mujeres, permitiendo la reconstrucción de las identidades y la restitución de las reciprocidades que conlleve una verdadera reparación de la crisis y el abandono del fármaco.