Atención Primaria, con coordinación posterior con Salud mental y Neurología.
Mujer de 18 años en seguimiento por atención primaria (AP) debido a síntomas de ansiedad y desregulación emocional asociados a tics motores y verbales.
Enfoque individual
Sin antecedentes médicos relevantes aunque presentó duelo traumático por el fallecimiento de padre no biológico. Posible episodio convulsivo en la infancia sin estudios complementarios. No tóxicos.
Inicialmente dado el predominio de la sintomatología ansioso-depresiva se pautó paroxetina. En el seguimiento por su médica de familia, se observaron signos sutiles pero consistentes de empeoramiento clínico: aumento de tics, rigidez muscular episódica, crisis de ansiedad, disociación ocasional, ambivalencia afectiva y progresiva ideación autolítica. Se realizaron derivaciones a Neurología (resonancia magnética craneal normal, diagnóstico de Síndrome de Gilles de la Tourette iniciando tratamiento con pimozida) y a Salud mental (diagnóstico en estudio de trastorno límite de la personalidad [TLP] e inicio de oxcarbazepina).
Enfoque familiar y comunitario
Hija única, vive con su madre con quien mantiene una relación conflictiva. Red de apoyo social adecuada. Vivencia traumática de la enfermedad y fallecimiento del padre.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Síndrome de Gilles de la Tourette. TLP en estudio. Desregulación emocional grave.
Tratamiento y planes de actuación
Ajuste de tratamiento farmacológico. Seguimiento conjunto por AP, Neurología y Salud mental. Pautas de contención y control de medicación en domicilio.
Evolución
Mejoría clínica progresiva con estabilización emocional parcial, menor impulsividad y reducción de las autolesiones. Mejora del insight y adherencia al tratamiento.
La intervención precoz desde atención primaria permitió una derivación oportuna, un abordaje multidisciplinar y una mejora progresiva con ajustes farmacológicos junto a seguimiento psicológico y soporte familiar.
Este caso pone de manifiesto el valor añadido de la longitudinalidad en medicina de familia: conocer el contexto biopsicosocial de la paciente, detectar cambios sutiles respecto a su línea base y orientar hacia una valoración especializada que permita un diagnóstico y tratamiento adecuado. La confianza construida entre paciente y médico facilita una detección precoz del sufrimiento psíquico y evita potenciales desenlaces graves.