XXXVII Congreso de la semFYC – Madrid
del 4 al 6 de mayo 2017
Atención primaria.
Caso multidisciplinar.
Hipo constante desde hace cuatro días.
Enfoque individual
AP: lumbalgia crónica, SAOS (usuario de CPAP), hernia de hiato. Exfumador, bebedor ocasional. No lleva tratamiento farmacológico de manera habitual.
Anamnesis: Varón, 64 años. Tratado desde hace casi una semana con Diazpeam, Omeprazol, Diclofenaco y Dexametasona por una crisis de lumbalgia. Al día siguiente de iniciar el tratamiento comienza con hipo sin presentaar otra clínica a nivel digestivo ni otorrinolaringológico. Mejoría del dolor lumbar tras iniciar farmacoterapia.
Exploración: sin hallazgos patológicos.
Pruebas complementarias: análisis de sangre y radiografía de tórax sin alteraciones.
Enfoque familiar
Rechaza ingreso para completar estudio (regenta un negocio y no se puede ausentar).
Desarrollo
Juicio clínico: hipo persistente.
Diagnóstico diferencial: Hipo secundario a hernia de hiato, a fármacos (corticoides, benzodiacepinas, antiinflamatorio), patología tumoral, irritación del nervio frénico...
Identificación de problemas: debemos afrontarlo de manera ambulatoria (con la limitación que se nos presenta desde un Centro de Salud) y esperar a la consulta de Medicina Interna para completar estudio.
Tratamiento
Puesto que ha mejorado el dolor lumbar se suspende Diazepam y Dexametasona. Pautamos Metoclopramida intravenosa y Clorpromazina vía oral.
Evolución
Seis días más tarde acude a nosotros por persistencia del hipo pese a la medicación. Ahora es de mayor intensidad, y en ocasiones se acompaña de sensación disneica. Se comenta con el paciente la necesidad de ingreso para estudio dada su evolución, y lo acepta.
Durante el ingreso se realiza laringoscopia, gastroscopia y escáner toracoabdominal. Se diagnostica de laringitis por ERGE y gastritis crónica superficial. Tras suspender el tratamiento con antiinflamatorios (dejando únicamente el omeprazol), desaparece el hipo a los dos días de ingreso.
En ocasiones se nos traslada al médico de familia una gran responsabilidad cuando el paciente prefiere ser tratado ambulatoriamente. Es nuestra labor aceptarlo y poner a su disposición todas las herramientas de las que disponemos, basándonos en la confianza que nos une. Además deberemos consensuar con el paciente la necesidad de otro plan de actuación cuando la evolución así lo requiera.