XXXVI Congreso de la semFYC – A Coruña
del 9 al 11 de junio 2016
Determinar el impacto del deterioro cognitivo sobre la calidad de vida autopercibida.
Análisis de un estudio de cohortes en población > 65 años no institucionalizada capaz de desplazarse al Centro de Salud (excluidos: enfermos terminales). Reclutamiento por selección aleatoria estratificada del registro de usuarios y posterior consentimiento informado. Se analizó la calidad de vida percibida (positivo/negativo) en función de la existencia de problemas de salud, memoria o del estado de ánimo (MMSE, Cornell o GDS ), movilidad, autonomía (SF-FFLDI) y fragilidad (criterios de Fried). Análisis: regresión logística múltiple.
Se incluyeron 451 personas (63% mujeres, percentil 50 (P50) edad 77,1 años). Un 20 % refirieron mala calidad de vida autopercibida y en relación con las personas con buena calidad de vida autopercibida había mayor proporción de personas que referían mala salud (82% vs 30%), alteraciones del MMSE (22% vs 12%), problemas de memoria que afectaba la vida diaria (17% vs 7%), síntomas depresivos (57% vs 18%), lentitud para la marcha (69% vs 40%), debilidad muscular (83% vs 54%), fragilidad (45% vs 11%), problemas de movilidad (60% vs 28%), dependencia moderada o severa (38% vs 8%), tenían más edad (P50: 80,6 vs 74,9 años) y mayor número de problemas crónicos (P50: 4 vs 2). En el análisis multivariante los factores de riesgo de mala CVP fueron la percepción mala (OR: 8,117) o regular (OR: 5,327) de salud, los síntomas depresivos (OR: 2,413) y la pérdida de autonomía (OR: 1,063 por punto perdido).
Las personas que valoran negativamente su calidad de vida tienen peores indicadores de salud y más problemas cognitivos. En el análisis multivariado únicamente la salud autopercibida, los síntomas depresivos y la pérdida de autonomía se asociaron a una valoración negativa de la calidad de vida autopercibida.