En un momento en que la salud mental ya no es un tabú y la sociedad demanda atención en este ámbito, la AP se convierte en el epicentro de la respuesta.

La AP es la puerta de entrada para los trastornos mentales no graves más frecuentes, donde surge la necesidad de atención psicológica y donde debe ser abordada.

Nos enfocamos en la patología no grave, dejando de lado la patología grave (cribado, detección, acompañamiento). La incorporación del REBEC nos ha permitido valorar los casos desde una perspectiva diferente, no sólo diagnóstica, sino también basada en la demanda y necesidades específicas de ayuda. Valoración que incluye la exploración de aspectos relacionados con la identidad personal y el ciclo evolutivo individual y familiar, en su contexto sociocultural.

Al no centrar la actuación profesional en el diagnóstico, ganan importancia las situaciones que los pacientes exponen en consulta, las soluciones que intentan y sus propios recursos. Ganan visibilidad las interrelaciones como fuente de malestar-bienestar y se evidencian los determinantes de salud, abriendo la posibilidad de atención a estos niveles.

La figura del REBEC y su metodología de trabajo encajan perfectamente con la visión de la atención centrada en el individuo, contextualizada en la familia y la comunidad, que es la visión del profesional de Medicina Familiar y Comunitaria.