XXXII Congreso de Comunicación y Salud - Zaragoza
Del 23 al 25 de marzo de 2023
Acudimos a valorar a una paciente de 92 años a su domicilio. A nuestra llegada, la paciente está encamada (vida cama-cama), acompañada de su hija, cuidadora principal que vive con ella; otro hijo, llegado de Barcelona, auxiliar de enfermería; y varios nietos.
La paciente es pluripatológica, destacando Alzheimer moderado-avanzado y reciente infección respiratoria tratada por su médico de atención primaria.
La familia nos indica que su médico no ha querido acudir a su domicilio para valorar a la paciente, a pesar de haber hablado con ella en varias ocasiones. Según la familia, al ver mal estado de su madre, puesto que desde hacía un par de días ya no reaccionaba ni abría los ojos, su médico, por teléfono, le ofertó la posibilidad de sedarla, indicándoles que “moriría en 3 horas”, por lo que se negaron.
El hijo nos comenta que está en desacuerdo con la forma de actuar con su madre y que, si se encuentra en estado terminal, “al menos habría que ponerle un suero”.
Le ofertamos a la familia la posibilidad de realizar nosotros la sedación, pero se niegan, reiterando que no quieren matarla.
Es fundamental mostrar interés por la situación en la que se encuentra el paciente y darles la posibilidad a los familiares de que pregunten sus dudas, así como la importancia de una buena acción médica en el final de la vida. Primero curar, después aliviar y finalmente acompañar.