En el año 2013 se implantó un nuevo tipo de consulta sanitaria, las CNP, para atender algunas de las necesidades de los pacientes.  Inicialmente destinadas a petición de informes, reactivación de tratamientos crónicos y pequeñas dudas que podían resolverse telefónicamente en breves minutos evitando el desplazamiento del paciente. En ese momento las CNP suponían el 19% de las consultas. La pandemia por el virus SARS-CoV-2-2019 (COVID-19) cambió bruscamente el modelo tradicional de acceso y prestación de la asistencia sanitaria, sobretodo en atención primaria, incrementándose las CNP exponencialmente para evitar contactos innecesarios y contener la extensión de la enfermedad. Desde entonces, se ha ido recuperando progresivamente la presencialidad teniendo como objetivo llegar al 70%, pero actualmente con la creciente demanda de los pacientes especialmente en los meses invernales, las plantillas incompletas por falta de médicos y la accesibilidad que supone solicitar consulta telefónica, no se ha reducido el % de CNP que siguen colándose en las agendas  para petición de recetas agudas, valoración de síntomatología variada, solicitud de pruebas complementarias a distancia... suponiendo hasta un 50% de los actos diarios, que restan tiempo para la asistencia presencial y rebosan las agendas imposibilitando una asistencia de calidad.

Las CNP ofrecen ventajas: -Evitar desplazamientos innecesarios y la consiguiente disminución de pérdida de horas laborales -Contacto con pacientes con movilidad reducida, encamados... Pero no debemos olvidar la otra cara de la moneda:

Reflexionar sobre la reorganización de las agendas en AP para recuperar la atención integral del paciente.