La vacunación no solo es fundamental para evitar ciertas enfermedades, sino que puede ser una oportunidad para crear un vínculo de confianza paciente - profesional sanitario. En comarcas montañosas con núcleos de población dispersos conseguir estos objetivos (inmunización de la población y gestión activa del cupo) se torna más difícil.

La brecha digital se acentúa en poblaciones rurales. Esto, sumado a la escasez de transporte público, hace que el acceso de la población al sistema sanitario se vea limitado. En 2016, profesionales sanitarios iniciaron en estas zonas una estrategia de vacunación de la gripe que apostó por establecer contacto telefónico con mayores de 65 años del cupo de un centro de salud de la montaña lucense. Personal de enfermería informó de la campaña de vacunación e indagó sobre el grado de dependencia, para organizar e incentivar la inmunización. A partir de aquí, se identificó en cada pueblo dentro del ámbito del cupo una persona que funcionó como agente comunitario en salud, ya fuese proporcionando un espacio que sirviera como vacunódromo (hogares, centros sociales...) o difundiendo la información. Gracias a esta primera intervención, se crearon grupos que actualmente funcionan como activos en salud permitiendo un mejor control de crónicos. Según datos del SERGAS, en diciembre 2016 el porcentaje de vacunados fue del 66,28% en los mayores de 65 años de este centro. En enero 2021 el valor aumentó al 82,32%.

Aumento de la población vacunada. Fortalecimiento del vínculo de confianza los pacientes y personal sanitario. Mejora el seguimiento de pacientes con dificultades de accesibilidad. Conocimiento del grado de dependencia de todos los mayores de 65 años.

En poblaciones donde el acudir al centro de salud está limitado por condicionantes sociales o naturales, este método mejora la atención sanitaria a la población y pone en manifiesto la proactividad.