Visibilizar las necesidades en salud de las personas cuidadoras.

María, la cuidadora, es una presencia invisible que atiende continuamente a la persona dependiente, proporcionándole cuidados básicos y acompañándola en sus contactos con el sistema sanitario.

Al inicio, María no tiene rostro ni voz y sufre preocupaciones y malestares que no comparte con nadie. Todo cambia cuando la médica la interpela directamente, dándole un espacio para expresarse, validando sus preocupaciones y su propio cuidado.

Cuidadoras son aquellas personas, generalmente del entorno familiar, que se encargan del acompañamiento y apoyo diario, así como de los cuidados no profesionales que requiere una persona dependiente. Estos generan una gran carga de trabajo y responsabilidad añadida a sus quehaceres de la vida cotidiana, además de una importante merma económica (por los gastos directos o por no tener tiempo para poder realizar una actividad laboral remunerada).  

Las cuidadoras, por serlo, presentan un mayor riesgo de ver afectada su salud física o psicosocial, sufriendo con frecuencia insomnio, baja autoestima o fatiga crónica.  Además, suelen soportar dificultades en muchos ámbitos de su vida: sociales, laborales, económicos...

Los profesionales de atención primaria tenemos la responsabilidad de intervenir en el soporte y cuidado de la cuidadora, favoreciendo su autocuidado, ofreciéndole recursos y diseñando un plan de cuidados tanto para ellas como para las personas dependientes a las que asisten. El objetivo es evitar una sobrecarga excesiva de la cuidadora y, cuando se produce, detectarla lo antes posible para establecer medidas correctoras.

Concienciar de la carga física, emocional y psicológica que sufren las cuidadoras.

Recordar nuestra posición privilegiada desde el ámbito sanitario para intervenir en su salud y actuar de forma tanto preventiva como curativa, intentando evitar que empeore la salud de la cuidadora y de la persona dependiente, y que se produzca una claudicación de los cuidados.