XXXIX Congreso de la semFYC - Málaga
del 9 al 11 de mayo de 2019
Atención Primaria
Diarrea y fiebre
Enfoque individual
Varón de 35 años con antecedentes de sífilis, fumador de 10 cigarros/día y ex consumidor ocasional de éxtasis y cocaína, que acude sin cita al Centro de Salud por deposiciones diarreicas verdosas, fiebre elevada, náuseas y vómitos y leve odinofagia de varios días de evolución. A la exploración, estado conservado, cierto nerviosismo y bien hidratado. Existe hipertrofia amigdalar sin exudado y el abdomen es difusamente doloroso, sin peritonismo y con peristaltismo aumentado.
Enfoque familiar y comunitario
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Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Sospecha de gastroenteritis aguda. Diagnóstico diferencial con abdomen agudo, enfermedad inflamatoria intestinal aguda, síndrome mononucleósico.
Tratamiento y planes de actuación
Se recomiendan medidas higiénico-dietéticas, analgesia y se pauta quinolona sistémica.
Evolución
El paciente acude en varias ocasiones a Urgencias Hospitalarias por persistencia de la clínica, así como a nuestra consulta. Reconoce mejoría, pero aparece astenia y rash cutáneo en tronco y palmas, escasamente pruriginoso, sin compromiso cardiorrespiratorio.
Reexplorando al paciente, destacan adenopatías generalizadas (laterocervicales e inguinales) no dolorosas ni adheridas a planos, la mayor laterocervical derecha de 1.5 cm.
Reformulamos el diagnóstico diferencial, manteniendo gastroenteritis aguda (salmonelosis) y dando mayor preponderancia a viriasis, síndrome mononucleósico e ITS.
Solicitamos analítica general (hipertransaminasemia y plaquetopenia), coprocultivo (negativo) y serología, que finalmente resulta ser positiva para VIH, confirmándose un síndrome mononucleósico por primoinfección de VIH. Se deriva a Consultas de Infecciosas para tratamiento.
Este caso muestra varios desafíos y fortalezas de la Atención Primaria. Por un lado, la incertidumbre del diagnóstico de presunción, con la ventaja que brinda la accesibilidad a las consultas del primer nivel con la reevaluación y reformulación de los diagnósticos, así como la reconducción de la actuación según la evolución. Otro punto fuerte, la longitudinalidad, que permite conocer a los pacientes y su historia previa, nos habría puesto sobre aviso en un paciente con conductas sexuales de riesgo donde se podría haber hecho más hincapié en la prevención y en la promoción. Por último, resulta fundamental la comunicación, el abordaje integral y el apoyo al paciente, su pareja y su familia, tanto antes como después del diagnóstico, sobre todo en situaciones como ésta, que con el tiempo serán cada vez más frecuentes por su cronicidad en nuestras consultas.