XXXIX Congreso de la semFYC - Málaga
del 9 al 11 de mayo de 2019
Servicios de urgencias, atención domiciliaria
Caso multidisciplinar
Paciente de 69 años que solicita visita domiciliaria por nuevo episodio de vértigo periférico ya conocido acompañado de náuseas y vómitos.
Enfoque individual
- Antecedentes personales: Alergia a penicilina. Diabetes mellitus no insulinodependiente con polineuropatía diabética y retinopatía diabética. Hipertensión arterial. Dislipemia. Cirugía de cataratas ambos ojos.
- Anamnesis: Avisan por cuadro iniciado la noche anterior de sensación vertiginosa con giro de objetos, de inicio brusco y corta duración, en relación a los movimientos cefálicos y cambios posturales. Episodios previos similares, pero de menor intensidad. Náuseas con unos 5 vómitos. No refiere otra sintomatología digestiva ni focalidad neurológica.
- Exploración: Pupilas isocóricas y normorreactivas. Nistagmo horizontal que agota. Pares craneales conservados y simétricos. No claudica en Barre. Balance muscular 5/5, sensibilidad simétrica, Romberg, dismetrías y marcha no exploradas, no alteraciones del lenguaje. Dolor a la palpación musculatura parcervical bilateral.
Enfoque familiar y comunitario
Paciente conocida del cupo, con varias visitas en los últimos 2 años por el mismo motivo, estudiada por ORL y NRL y con buena respuesta al tratamiento pautado. Independiente para actividades de la vida diaria.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Vértigo periférico paroxistico.
Tratamiento y planes de actuación
Inyectable intramuscular de sulpirida 100 mg/2ml y de metoclopramida 10mg/ 2 ml.
Evolución
A las pocas horas, la paciente acaba en Urgencias de su hospital de referencia con cuadro de mioclonías, trismus, disquinesias e hipersialorrea, orientándose como trastorno discinético agudo secundario a metoclopramida vs sulpirida
Tanto la sulpirida como la metoclopramida son fármacos muy conocidos y muy utilizados tanto en la consulta diaria como en los servicios de urgencias. Ambos fármacos bloquean los receptores de dopamina a nivel central, pudiendo ocasionar trastornos del movimiento secundarios en forma de distonías y discinesias.
A pesar de que estos secundarismos son ampliamente conocidos por los clínicos, es fácil caer en una falsa sensación de seguridad e inocuidad dada la baja incidencia de estas reacciones en relación a su alta prevalencia de uso en la práctica diaria. Como profesionales, debemos recordar y tener siempre en cuenta los posibles efectos secundarios de los tratamientos que administramos y no caer en la autocomplacencia a la hora de prescribir medicaciones que manejamos frecuentemente.