XX Jornadas de Residentes y II de Tutores de la semFYC - Madrid
26 y 27 de febrero de 2016
Atención Primaria
El primer día de sustitución en un pueblo, recibo un aviso a domicilio para que valore con una enfermera una cura. Antonio tiene 81 años y desde hace más de un mes se somete a curas cada 48 horas por una «infección en el dedo gordo del pie». Antes de acudir al domicilio, revisamos la historia clínica. Parece que el paciente presenta una onicomicosis que está evolucionando tórpidamente; la semana anterior se tomó un cultivo del exudado de la herida y se pautó antibiótico por sospecha de celulitis añadida. La enfermera me indica que el día anterior desbridó la herida y la uña y retiró un «trozo de hueso». A la exploración física, el paciente presenta buen estado general. Se observa eritema y tumefacción periungueal del primer dedo del pie derecho, placa ungueal engrosada y blanquecina; a la presión de matriz ungueal aparece exudado purulento. Dolor intenso a la palpación. Cultivo exudado herida: Staphylococcus aureus sensible a fosfomicina, gentamicina, rifampicina y vancomicina. Ante este resultado, la evolución tórpida y la impresión diagnóstica, se decide derivar al paciente a Urgencias para que efectúen pruebas complementarias y se lo valore en Traumatología. Rx del dedo del pie: mínima erosión del periostio de la falange distal del primer dedo del pie derecho. Hemograma y bioquímica: anodinos.
El diagnóstico diferencial incluye varias patologías, entre ellas: onicomicosis, erisipela, celulitis, absceso, osteomielitis. Diagnóstico final: osteomielitis. Tras la valoración especializada, se decidió el manejo ambulatorio del paciente con antibioterapia oral (rifampicina más sulfametoxazol/trimetoprim), curas diarias por enfermería y revisiones cada quince días con Traumatología.
A veces nos empecinamos en un diagnóstico y es bueno contar con otro punto de vista. La medicina rural es apasionante, pero a veces se echa de menos un compañero al que poder consultar.