En marzo de 2020, la pandemia COVID-19 desbordó los equipos de atención primaria (EAP) y la sanidad en general. En el caso del nuestro, debimos cerrar un centro de salud además de asumir nuevos recursos. Imperó reorganizar la asistencia con los siguientes objetivos:
- Centralizar la asistencia de 28000 personas en un solo centro.
- Sustituir profesionales ausentes. 
- Mantener la accesibilidad y longitudinalidad de la asistencia.
- Asumir 2 residencias, un hotel salud para pacientes COVID-19 y un albergue para mujeres sin techo.

Ante la ausencia de algunos médicos de familia y la dedicación casi exclusiva a residencias y hotel salud de otros, debíamos organizar el trabajo manteniendo una asistencia de calidad y equitativa para todos los pacientes. Se distribuyó los médicos en agrupaciones de 4 profesionales. Repartiendo de forma equitativa en estas los 5 profesionales ausentes por incapacidad temporal de larga duración (1) o destinados a dispositivos COVID (4). Cada agrupación era responsable de la agenda de los 4 profesionales. Cada profesional mantuvo su propia agenda con visitas telefónicas/telemáticas cada 10 minutos, 5 visitas presenciales programadas sólo por la propia agrupación y una visita domiciliaria.

Se evitó trabajar con agendas únicas favoreciendo así la longitudinalidad y una mejor programación de visitas telefónicas, presenciales y domiciliarias. No se cerró la agenda de ningún profesional. La carga asistencial de los médicos ausentes se repartió equitativamente. Las recetas electrónicas, y las visitas presenciales y domiciliarias de médicos que teletrabajaban se gestionaron por compañeros de agrupación. Esta organización fue bien valorada por el equipo, decidiendo mantenerla, tras la primera ola, en el periodo de vacaciones de verano.

La organización por agrupaciones ha sido satisfactoria y ha resultado resolutiva para cubrir la falta de profesionales y de espacios derivadas de la pandemia. Favoreció la longitudinalidad y la equidad en la distribución de la carga asistencial.