XLIV Congreso de la semFYC - Barcelona
14-16 de noviembre de 2024
Enfoque individual
Mujer de 60 años, sin antecedentes de interés, que acude al centro de salud para consultar por unas lesiones en la piel de años de evolución. Asintomática.
A la exploración, observamos placas de color pardo-rosado, redondeadas y con borde queratósico, de predominio en áreas fotoexpuestas (escote, brazos y cara). En la dermatoscopia observamos un área central homogénea con presencia de glóbulos marrones y un borde periférico hiperqueratósico parduzco «en doble riel».
Enfoque familiar y comunitario
La paciente refiere que su madre, de 95 años, comenzó con lesiones similares a los 50 años. Diagnosticada de poroqueratosis actínica superficial diseminada (PASD) y en seguimiento por dermatología. Su hermana, de 67 años, presenta también las mismas lesiones con el mismo diagnóstico.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
La paciente fue derivada a Dermatología, dónde se confirmó el diagnóstico de poroqueratosis actínica diseminada.
Se planteó diagnóstico diferencial con: Queratosis actínicas, queratosis seborreicas, liquen plano, tiña corporis, psoriasis, eccema numular y pitiriasis rosada.
Tratamiento y planes de actuación
No existe un tratamiento estándar. El tratamiento tópico con crema de imiquimod al 5%, 5-fluorouracilo y derivados de la vitamina D (tacalcitiol, calcipotriol) han demostrado ser eficaces. El tratamiento mediante crioterapia, electrodesecación, ablación láser y la terapia fotodinámica han demostrado una eficacia variable.
La PASD es una enfermedad hereditaria que se inicia generalmente en la 3ª-4ª década de la vida, con un predominio en mujeres. Se manifiesta con múltiples pápulas anulares pequeñas con borde queratósico en áreas fotoexpuestas. Suelen ser asintomáticas, pero pueden ser pruriginosas hasta en un tercio de los pacientes.
Se consideran lesiones premalignas, que pueden evolucionar más frecuentemente a carcinoma escamoso y, en segundo lugar, a carcinoma basocelular. Suelen aparecer con un período de latencia de hasta 36 años, con una incidencia del 7,5-11%.
Para el diagnóstico conviene atender a los antecedentes familiares y a las características clínicas y dermatoscópicas, aunque el diagnóstico definitivo se obtendrá mediante biopsia.
El diagnóstico puede establecerse desde Atención Primaria y su detección debe hacernos pensar en prestar atención a las lesiones que puedan presentar el resto de los familiares. Por otro lado, adquiere gran importancia el seguimiento de estos pacientes para tratar aquellas lesiones premalignas y prevenir su conversión.