XXXIV Congreso de la semFYC - Gran Canaria
del 12 al 14 de junio 2014
Moderador
Alejandro Tejedor Varillas
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CS Las Ciudades. Getafe (Madrid). Tutor de residentes. Coordinador del GdT Enfermedades Reumatológicas de la semFYC y del GdT Reumatología de la SoMaMFyC.
Enrique Nieto Pol
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Servicio de Atención Primaria Concepción Arenal, Santiago de Compostela. Máster en Salud Pública. Doctor en Medicina en Medicina y Cirugía. Profesor asociado de Ciencias de la Salud, Departamento de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela. Miembro del GdT Patología Osteoarticular e Infiltraciones de AGAMFeC y del GdT Enfermedades Reumatológicas de la semFYC.
2. Osteoporosis y fractura osteoporótica: actualización para el día a día
Vicente Giner Ruiz
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Especialista en Reumatología. CS Ciudad Jardín. Alicante. Miembro del GdT Enfermedades Reumatológicas de la semFYC y de la SVMFiC.
Álvaro Pérez Martín
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CS Centro. Santander. Coordinador del GdT Enfermedades Reumatológicas de la SCMFyC. Miembro del GdT Enfermedades Reumatológicas de la semFYC.
Resumen
En esta mesa pretendemos abordar las novedades más relevantes de los dos últimos años en el campo de la patología osteoarticular u osteomuscular más prevalente en Atención Primaria y clasificarla en tres grandes apartados: artrosis/osteoartritis, osteoporosis y fibromialgia; que, sin duda, ocupan diariamente bastante parte de la actividad del médico de familia en su consulta.
En artrosis/osteoartritis será necesario hablar de nuevas medidas de resultado de pruebas diagnósticas como la ecografía y la resonancia magnética así como de las novedades de los últimos estudios en el terreno farmacológico y de las aportaciones de la terapia biológica.
En osteoporosis, el grupo de trabajo de la semFYC inicia la actualización de su guía editada en 2008 y, si estuviese finalizada, podría darse a conocer en este Congreso de 2014.
En cuanto a fibromialgia, se darán a conocer las novedades especialmente relacionadas con los nuevos criterios diagnósticos propuestos por Wolfe recientemente y todavía de escasa introducción. Se aportarán igualmente las novedades que en el campo de la investigación se hayan producido recientemente en este problema cada vez más prevalente en nuestras consultas y siempre tan controvertido.
La artrosis es la enfermedad crónica osteoarticular más prevalente en el ámbito mundial y una de las principales causas de dolor crónico y discapacidad, con una incidencia que aumenta con la edad y el envejecimiento poblacional. En nuestro entorno, constituye uno de los principales motivos de consulta reumatológica y genera importantes repercusiones sanitarias, económicas y sociales. Estas circunstancias hacen de la artrosis un campo de investigación permanente.
OMERACT (Outcome Measures in Rheumatology Clinical Trials) y OARSI (Osteoarthritis Research Society International) han desarrollado y presentado, como recomendaciones para el diseño y la realización de ensayos clínicos en artrosis, el conjunto mínimo de parámetros que se deberían incluir: dolor, discapacidad física, evaluación global por el paciente y, en estudios de más de 1 año de duración, alguna técnica de imagen (hasta este momento, la radiología directa [Rx] es el único sistema de imagen validado para el seguimiento del paciente artrósico). Los estudios de calidad de vida y la valoración global de la enfermedad por parte del médico se consideran opcionales. Para aplicar estos instrumentos en un ensayo clínico y en la práctica clínica, se elaboran unos criterios llamados de respuesta.
Las principales limitaciones descritas sobre la investigación en artrosis, a la hora de establecer recomendaciones, son las siguientes:
Las guías de práctica clínica (GPC) que son referentes en el manejo de la artrosis en el ámbito internacional, incluyen recomendaciones dirigidas a optimizar el cuidado del paciente y están basadas en una revisión sistemática de la evidencia y en una evaluación de los beneficios y daños de las distintas opciones alternativas de cuidados. Las principales GPC sobre la artrosis son las de ACR (American College of Rheumatology), EULAR (European League Against Rheumatism), OARSI y NICE (National Institute for Health and Care Excellence). EULAR hizo recomendaciones para la artrosis de rodilla en 2003 y para la de cadera en 2005. En 2013 publicó recomendaciones sobre tratamiento no farmacológico para ambas (rodilla y cadera). Las guías de tratamiento OARSI para las artrosis de cadera y rodilla se publicaron en febrero de 2008 con una revisión en 2010. El comité director está trabajando para actualizar las directrices y publicar una nueva versión en 2014. Las recomendaciones de la ACR sobre tratamiento farmacológico y no farmacológico de las artrosis de mano, cadera y rodilla son de 2012. NICE, en 2008, publicó la guía para el manejo de la artrosis en adultos y, en febrero de 2014, publicó una nueva guía. A continuación se describen los contenidos más relevantes de esta última guía en relación con la del 2008.
2. Osteoporosis y fractura osteoporótica: actualización para el día a día.
En esta ponencia se actualizan los aspectos más importantes para la prevención de la fractura osteoporótica en el día a día: selección de personas, especialmente mujeres posmenopáusicas, con riesgo de fractura; a quién pedir una densitometría ósea; evaluar el riesgo individual de fractura; tratar las de riesgo alto, para lo que es necesario establecer el umbral de intervención; cuánto tiempo tratar y, finalmente, escoger el fármaco y hacer el seguimiento.
Selección de pacientes
Se utilizan los factores de riesgo (FR) de fractura osteoporótica1, mediante la captación oportunista de personas que los tienen, tanto por el personal médico como de enfermería. Los FR son muy numerosos; los más ampliamente utilizados, por su mayor asociación con el riesgo de fractura son: sexo femenino; edad (65 o más años en mujeres y 70 o más en hombres); historia personal de fractura osteoporótica; antecedentes de fractura osteoporótica en los padres; bajo peso (índice de masa corporal por debajo de 20); tratamiento con glucocorticoides; tabaquismo activo; consumo de alcohol (más de 2 unidades por día); riesgo de caídas; hipogonadismo no tratado; enfermedades asociadas a fractura (artritis reumatoide y otras).
Para su uso en la práctica clínica, se dividen, en función de su mayor o menor contribución al riesgo de fractura, en: de riesgo elevado o moderado2.
Indicación de la densitometría ósea
Por su baja especificidad y escaso valor predictivo positivo, la mayor parte de guías y organismos oficiales no recomiendan el cribado universal de la medición de la masa ósea. Es necesario, pues, disponer de criterios que sean coste-efectivos para decidir a quién se le pide. Los criterios se basan en el valor del riesgo relativo de cada factor en relación con el riesgo de fractura2 o bien en el cálculo del riesgo absoluto de fractura como ocurre en el sistema Frax3.
Evaluación del riesgo de fractura
Entre los sistemas que calculan el riesgo absoluto de fractura el más utilizado es el Frax3. Un estudio reciente4 hace una calibración del Frax y propone valores de riesgo de fractura osteoporótica (alto/bajo), para la población femenina española, con indicaciones de las decisiones que tomar para hacerlas más coste-efectivas. También siguen vigentes aquellos sistemas no cuantitativos basados en el juicio clínico5.
Umbral de intervención
Es el valor del riesgo absoluto a partir del cual es coste-efectivo tratar con fármacos. Es un concepto en el que se conjugan aspectos de eficacia y seguridad del fármaco con sus aportaciones a la mejora de la calidad de vida y a la disponibilidad de recursos para su financiación. Cada país o población debe establecer sus umbrales de intervención. Para España no están establecidos.
Selección del fármaco
La evidencia disponible sobre su eficacia, la seguridad, el tiempo de uso clínico y el precio son los criterios que tener en cuenta al escoger un fármaco concreto para tratar.
Eficacia: solo alendronato, risedronato, ácido zoledrónico y denosumab han demostrado eficacia en la reducción del riesgo de fractura, tanto vertebral como de cadera6.
Seguridad: los bisfosfonatos, los más utilizados en la reducción del riesgo de fractura, tienen un perfil de seguridad aceptable y son los de mayor tiempo de uso clínico (alendronato y risedronato). Se revisan los efectos secundarios potencialmente más graves en los que están implicados: fibrilación auricular, fracturas atípicas, osteonecrosis mandibular, cáncer esofágico, uveítis y escleritis7-12.
Seguimiento del paciente
Se revisan aspectos como cuándo repetir la densitometría ósea y el concepto de fracaso terapéutico13.
Bibliografía
La fibromialgia es una enfermedad musculosquelética crónica que ha ido adquiriendo importancia y se ha convertido en un problema de salud pública, debido a la alta prevalencia en la población general y al deficiente conocimiento de las causas y los mecanismos productores. En los últimos 15 años, se ha convertido en una de las etiquetas más frecuentes para diagnosticar cuadros de síntomas inexplicables biomédicamente. Presenta una prevalencia en la población general del 2-3 %, con predominio en la mujer en una proporción 21:1. Entre las posibles causas se encuentran la predisposición genética, las alteraciones en el proceso del dolor, las del sueño y los cambios en el sistema inmunitario.
La enfermedad produce un importante grado de invalidez ya que afecta tanto a la esfera cotidiana, laboral, intelectual y física, limitando generalmente en más del 50 %. En los últimos meses también están apareciendo novedades, tanto en el conocimiento de la enfermedad como en su tratamiento, con indicaciones específicas de fármacos.
Se trata, por tanto, de una enfermedad relativamente prevalente pero poco conocida y cuyas complicaciones pueden reducirse si se actúa correctamente, por lo cual es interesante conocerla de forma adecuada. El ámbito ideal para establecer el diagnóstico y definir el tratamiento es la Atención Primaria (AP), cuyos médicos deben recibir formación específica para su correcto manejo.
Existen pocos estudios, con una gran variabilidad de los diseños y del ámbito de selección, entre otras cosas por la dificultad para definir cada caso.
La enfermedad se caracteriza por la existencia principalmente de dolor, fatiga y alteración del sueño. El dolor presenta oscilaciones en el tiempo y empeora con las posiciones mantenidas, las cargas físicas, las emociones y los cambios climáticos.
También pueden encontrarse síntomas sensoriales (parestesias), motores (rigidez), vegetativos (tumefacción, mareo, hipersudoración), cognitivos (memoria) y afectivos (ansiedad).
El diagnóstico es exclusivamente clínico, basado en la presencia de dolor osteomuscular crónico y generalizado, y dolor en 11 de 18 puntos dolorosos a la palpación digital, que corresponden a los criterios del American College of Rheumatology (ACR) del año 1990.
Posteriormente, Wolfe, en el año 2010, formuló unos nuevos criterios basados en el índice de dolor generalizado (WPI) ≥ 7 y la puntuación de la escala de gravedad de síntomas (SS) ≥ 5 o WPI 3-6 y SS ≥ 9 con síntomas presentes a un nivel similar durante al menos 3 meses y sin otra patología que explique dolor; no requerirá ya el examen de puntos de dolor; con esto se trata de aumentar el diagnóstico entre pacientes con dolor crónico.
En el año 2011, Wolfe formuló nuevos cambios en los criterios manteniendo el índice de dolor generalizado (WPI) ≥ 7 y la puntuación de la escala de gravedad de síntomas (SS) ≥ 5 o WPI 3-6 y SS ≥ 9, con el fin de desarrollar cuestionarios para uso en estudios epidemiológicos y clínicos a partir de los criterios diagnósticos ACR 2010 de la fibromialgia y desarrollar una escala de síntomas que caracterice la gravedad de la enfermedad.
Los nuevos criterios no eliminan la exploración física ni el interrogatorio. El rol del médico permanece y se profundiza al extenderse a los síntomas somáticos.