La jirafa es el mamífero con el cuello más largo; esto le permite tener una visión amplia de la situación. Sus ojos abiertos y grandes le ayudan a visualizar la escena con más precisión y claridad. Su corazón pesa 11 kg, el más grande de todos; por lo que podríamos considerar que tiene una mirada más amorosa en sus vivencias. Come acacias, que son plantas con pinchos, pues traga y no le molesta.

El chacal es un mamífero rápido, lo que le hace destacar en ataque y defensa. Tiene una visión reducida, por lo que no puede ver más allá de la situación que tiene justo delante. Come carroña, que sería la comida más indigesta de todas. Es un animal que aúlla, pues sus palabras son como gritos humanos.

Fue Marshall Rosenberg quien propuso estos dos animales para definir una manera de comunicarse. Y es que para él, hacerlo en modo jirafa ayuda a establecer una expresión honesta y una escucha empática, con intención de entenderse, utilizando palabras amorosas.

En cambio, utilizar el modo chacal, lo que provoca es juzgar, obstaculizar la conversación, con intención de ganar la partida, con palabras que conllevan culpa y vergüenza.

Desde inicios de septiembre estoy haciendo un curso de comunicación no violenta, que me tiene realmente impresionada. Durante este tiempo hemos estado haciendo prácticas de definición de situaciones como si fuéramos una cámara, sin poner nada de nuestra cosecha. También hemos intentado encontrar y expresar nuestros sentimientos y necesidades y, finalmente, en el último paso, proponer una petición.

Este proceso que estoy intentando a diario tropieza con dificultades, pero estoy convencida que es una buena herramienta a la que recurrir para intentar mantener conversaciones sanas y sanadoras. 

Ojalá todos, en medicina y en nuestras propias vidas, pudiésemos hablar el lenguaje de la jirafa.