La pandemia actual de COVID-19 ha provocado que las estancias formativas dentro de la especialidad de la Medicina de Familia y Comunitaria (MFyC) se hayan visto afectadas y modificadas. Durante la primera ola de la pandemia en los meses de Abril y Mayo se crearon equipos centralizados dentro de la gerencia de atención primaria de nuestra área de salud. Uno de ellos fue el equipo de rastreo y seguimiento de contactos estrechos de pacientes COVID-19, donde fuimos integrantes también los residentes de MFyC.

Durante el tiempo que desarrollamos nuestra actividad como "rastreadores" detectamos la necesidad de darle un sentido más formativo a nuestra actividad desarrollada en dicho equipo, así como intentar dar una atención más integral a nuestros pacientes. Para ello ideamos la introducción de factores que ayudarían a promover la longitudinalidad y el servicio comunitario y familiar propios de nuestra especialidad. Se crearon grupos de seguimiento por familias, a diferencia del método inicial que era el seguimiento individual de los pacientes por listado horario. Así mismo, promovimos el seguimiento continuo de dichas unidades familiares y de los pacientes por el mismo profesional del equipo mientras duraba el período de seguimiento telefónico, a diferencia del seguimiento aleatorio que se realizaba.

La aplicación de estas medidas contribuyeron a realizar un seguimiento más humanizado e integral. La longitudinalidad de la atención y el seguimiento de los entornos familiares fueron factores que posibilitaron también la adquisición de competencias más cercanas a nuestra especialidad.

En una época en la que la incertidumbre y la vulnerabilidad se han adueñado del día a día de nuestro ejercicio profesional es importante mantener los valores de nuestra especialidad. La atención centrada en las personas y en la comunidad, convierte a la medicina de familia y comunitaria en una fuente rica e inagotable de oportunidades de desarrollar estas habilidades en otros ámbitos asistenciales.