XXXIX Congreso de la semFYC - Málaga
del 9 al 11 de mayo de 2019
Uno de los retos de la Atención Primaria (AP) es reducir el proceso de medicalización frente a situaciones de la vida cotidiana, fomentando la autonomía de las personas. La desmedicalización debería estar en la base de las acciones de los sistemas de salud, en el ejercicio del derecho fundamental de protección de la salud, y ser uno de los objetivos de las intervenciones de promoción de la salud. Dejar de medicalizar la vida es luchar por la sostenibilidad del sistema, actuar según los principios de la bioética, centrándose en la búsqueda de soluciones positivas individuales, y colectivas, que ayuden a afrontar lo que ocurre en el proceso salud-enfermedad.
Una de las herramientas que utilizamos en nuestra práctica es la recomendación de activos para la salud o social prescribing. Una acción complementaria al modelo biopsicosocial que permite contextualizar la atención a las personas, con un abordaje multidisciplinar e intersectorial orientado a los determinantes de la salud, que facilite que las personas y las comunidades dispongan de los medios necesarios para mejorar su bienestar, y ejercer mayor control sobre el mismo.
Un activo para la salud se puede definir como «cualquier factor o recurso que potencia la capacidad de individuos y comunidades y poblaciones para mantener la salud y el bienestar» (Morgan y Ziglio, 2007). Estos pueden actuar a nivel individual, familiar o comunitario, y tienen como denominador común la capacidad de fortalecer la habilidad de las personas o grupos para mantener o mejorar la salud física-psíquica o social y contrarrestar situaciones de estrés. Los activos para la salud se mostrarían como recursos generales para superar las dificultades frente a la desigualdad, y esenciales para articular la búsqueda de capacidades y habilidades hacia lo que genera salud, mejora la estima y empoderamiento individual y colectivo, y en consecuencia, menor dependencia del sistema sanitario.
La recomendación de activos para la salud es la creación de mecanismos formales en AP que puedan proporcionar a ciertas personas alternativas no clínicas de atención que inciden sobre su salud. Nos permite recomendar, en el marco de una relación terapéutica, recursos no clínicos ya existentes en la comunidad. La recomendación comunitaria presenta evidencia científica, y es compatible y complementaria con las acciones en salud individuales, grupales y comunitarias; al tiempo que sirve para mejorar la orientación comunitaria de los EAP.
Bibliografía