XLIV Congreso de la semFYC - Barcelona
14-16 de noviembre de 2024
Se presenta un paciente extranjero, con barrera idiomática y cultura de la salud diferente. Expresa: tres meses de dolor en la lengua, con lesión creciente, que sangra eventualmente y que dificulta el habla. No relaciones sexuales orales recientes.
Se orienta como una lesión cancerosa y se realiza la derivación preferente a Cirugía Maxilofacial (CM).
Dada la lista de espera, al paciente le dieron visita en un mes y medio. Ello inició lo que sería para mí un camino de angustia e incertidumbre. Intentamos adelantarla, pero era imposible contactar con el servicio. Pese a la analgesia pautada (tramadol) el control era mínimo; el paciente veía cómo la lesión crecía y limitaba la ingesta y la comunicación.
Miraba, cada pocos días, si había avanzado la visita de CM, con la moral cada vez más baja al ver el fracaso de mis rezos al universo.
Un par de semanas después, advertí que no era el circuito más eficiente. Añadí la derivación a Otorrinolaringología en su formato de Circuito de Diagnóstico Rápido (CDR). Pese a que debía aliviar mi ansiedad por una pronta valoración, solo incrementó mi culpa por no haberlo hecho mejor desde el principio.
A los pocos días seguía sin tener visita del CDR, lo que me llevó a contactar al jefe de servicio, sin éxito.
Recibí una notificación. El paciente había ingresado por sangrado incoercible y estaba ingresado en un hospital de tercer nivel, esperando a ser estudiado. Una esquirla de pena y consuelo se me clavó en el corazón. ¿Podía ya descansar de mi error?
Por último, el paciente ha sido operado de hemiglosectomía izquierda, vaciamiento ganglionar, exéresis de focos sépticos y reconstrucción. Identificado como un carcinoma escamoso infiltrante.