Adecuar el itinerario formativo a las necesidades de las residentes, ampliando el período de rotación en el centro de salud y promoviendo una implicación más activa de tutora y residente en la formación.

Durante el segundo año de residencia, solicitamos realizar las rotaciones de oftalmología, endocrinología y neurología en Atención Primaria (AP) en lugar de en el entorno hospitalario. Para cada una de estas rotaciones, la residente iba preparando cada semana los principales temas de estudio correspondientes, que eran corregidos por la tutora; y valorando pacientes con adquisición progresiva de competencias (tanto citados espontáneamente como en seguimientos programados). Esto nos permitió cumplir los objetivos docentes en el ámbito de la atención primaria, valorando la integralidad del paciente y su contexto en la familia y en el barrio, considerando otros elementos como los determinantes sociales de la salud y permitiendo el desarrollo de un proceso formativo a largo plazo. Así, construimos una base formativa en primaria más sólida desde la que abordar luego el resto de rotaciones. Este planteamiento entiende a la residente como protagonista de su propia formación y a la tutora como apoyo y como garante de que esta se adecue al programa formativo.

El actual programa de especialidad permite la flexibilidad de los itinerarios, a pesar de que su aplicación práctica actual dista mucho de ello. La solicitud de cambios de itinerario para pasar más tiempo en Atención Primaria es legalmente posible y podría redundar en una mejora de la formación, de la implicación y de la satisfacción de tutoras y residentes.