XL Congreso Nacional y I Congreso Virtual de la semFYC - Valencia
del 15 de septiembre al 6 de octubre de 2020
Atención Primaria.
Sequedad bucal.
Enfoque individual
Mujer de 71 años sin antecedentes de interés, que consulta por cuadros de xerostomía de meses de evolución. Se han probado sustitutos de saliva y sialagogos sin mejoría aparente. En los últimos meses se añade sintomatología de xeroftalmía. Ante la sospecha de posible síndrome de Sjögren, se piden las pruebas pertinentes y se deriva a Reumatología (que lo descarta). Durante la espera, explica cuadro de deterioro cognitivo y apatía, con escala Yessavage y MiniMental sin alteraciones.
Enfoque familiar y comunitario
La paciente es viuda. Vive con su hijo de 35 años, recientemente diagnosticado de síndrome de Asperger. Viven con la pensión de ella y de los trabajos esporádicos del hijo.
Juicio clínco, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Aunque la sintomatología de la paciente parece banal, en la siguiente consulta llama la atención la marcha en pequeños pasos, poca expresividad facial y bradipsiquia. Se deriva a Consultas de Neurología. A las dos semanas acude a urgencias por caída e inestabilidad, se realiza TC craneal donde se observa múltiples lesiones de sustancia blanca. Es visitada por el Neurólogo de guardia, orientando el cuadro como Parkinsonismo atípico (parálisis supranuclear progresiva).
Tratamiento y planes de actuación
Se inicia Levodopa+Carbidopa con control por Neurología y Médico de Familia para observar evolución.
Evolución
Tras unos meses de tratamiento parece que se ha enlentecido la progresión de la enfermedad, así como mejorado algunos síntomas.
En Atención Primaria estamos acostumbrados a ver una gran cantidad de enfermedades, acomodándonos a un cuadro clínico concreto.
Los síndromes Parkinsonianos se pueden manifestar con relativa frecuencia sólo con sintomatología anticolinérgica (sequedad de piel y mucosas, restreñimiento y retención urinaria), antes de aparecer la típica clínica de temblores y rigidez.
Este caso nos demuestra, que en un porcentaje no tan reducido de pacientes las enfermedades pueden manifestarse inicialmente con un cuadro abigarrado.
Es aquí donde radica la importancia del Médico de Familia. Gracias a nuestra visión longitudinal, transversal y evaluación periódica del paciente podemos detectar pequeños cambios, que junto con otros síntomas nos pueden dar la llave de un diagnóstico certero.