Enfoque individual

Hombre de 77 años, diabético e hipertenso, que acude por dolor intenso, inflamación y deformidad de rodilla derecha tras sufrir traumatismo en su finca al quedarle la pierna derecha atrapada en una zanja y caer hacia delante.  

El paciente no puede cargar sobre la pierna afectada. A la inspección destaca la deformidad de la rodilla derecha con respecto a la contralateral, con zona de depresión por encima de la rótula (signo del hachazo), estando esta descendida de su posición habitual. A la palpación se hace evidente un defecto focal del tendón con una zona proximal indurada que corresponde al músculo del cuádriceps contraído. El paciente no es capaz de realizar la flexión pasiva de la rodilla y tampoco puede elevar la pierna en extensión, y se reproduce dolor en la zona al intentar elevarla contrarresistencia. 

Se solicita radiografía simple de rodilla derecha donde se evidencia una posición baja de la rótula y la interrupción de la sombra del tendón del cuádriceps. Mediante ecografía se confirma la sospecha diagnóstica de rotura total del tendón del cuádriceps.

Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas

El diagnóstico puede ser complicado y puede retrasarse, sobre todo cuando la rotura del tendón no es completa y el tendón se mantiene competente a través de las expansiones laterales (los retináculos rotulianos) y por el papel compensador de la cintilla iliotibial.
Esto hace que pueda confundirse con otros cuadros de dolor en cara anterior de la rodilla como condromalacia o tendinitis. 

Tratamiento y planes de actuación

Se solicita valoración por Traumatología de urgencias para tratamiento quirúrgico urgente en las primeras 24 - 48 horas.

Evolución

Tras la intervención se inmoviliza la pierna derecha con yeso en extensión durante 2 semanas y se deriva al paciente a Rehabilitación para recuperar el balance articular y potenciar la musculatura. La recuperación suele durar unos 6 - 7 meses.

La rotura del tendón del cuádriceps es una lesión poco frecuente, pero se trata de una lesión muy grave, por la importante pérdida de funcionalidad y por el tiempo de recuperación. Como médicos de familia es fundamental conocerla y sospecharla, sobre todo cuando se trata de roturas parciales cuyo diagnóstico es más complejo. Una buena evolución depende directamente del tiempo transcurrido desde el diagnóstico hasta el tratamiento.