XXIII Jornadas de Residentes y V de Tutores de la semFYC
22 y 23 de noviembre de 2019
Atención primaria.
Caso multidisciplinar.
Varón, de 60 años, acude a consulta por aparición de disnea progresiva, dolor punzante centrotorácico y en base de hemitórax derecho de 15 días de evolución y tos con escasa expectoración blanquecina.
Antecedentes médicos: HTA, DM tipo 2 y artritis reumatoide con afectación nodular en manos, tratada con metotrexato. Afebril, Sat.%O2 de 98%. AC: rítmico y taquicárdico. AP: crepitantes finos en base derecha. ECG: taquicardia sinusal a 100 lpm con patrón S1Q3T3. Derivamos a urgencias hospitalarias por sospecha de TEP. En las pruebas de imagen realizadas se evidencian áreas subpleurales de panalización y derrame pleural y pericárdico.
Tras ser dado de alta acude a nuestra consulta angustiado porque no entiende los informes del hospital. Refiere que el reumatólogo le ha prescrito un tratamiento que altera el azúcar, y el paciente ha decidido no tomarlo.
Padre de dos hijos independizados y tres hijas a su cargo. Han tenido que solicitar permisos laborales para acompañar a su padre enfermo. La familia está preocupada, interfiriendo esta incertidumbre en su vida diaria. El paciente se siente responsable de esta situación.
Serositis secundaria a artritis reumatoide.
TEP, toxicidad por metotrexato, neumonía intersticial usual.
El principal problema es la falta de información y comunicación entre paciente y resto de especialistas, generando una incomprensión de la enfermedad, incumplimiento terapéutico y distrés emocional en el ámbito personal y familiar.
Ofrecemos información sobre su enfermedad de manera simple y concisa. Insistimos en la necesidad de cumplimentar el tratamiento con prednisona 20 mg/día durante un mes, quedando a su disposición para el ajuste insulínico si lo precisa.
Tras un mes de tratamiento el paciente presenta una reducción casi completa de toda la sintomatología, así como mejoría emocional personal y familiar.
Como médicos de familia, nuestra principal herramienta es y debe ser la comunicación. Se debe conseguir una relación en la que el paciente se involucre en la toma de decisiones sobre su diagnóstico y tratamiento, analizando dudas, temores y expectativas. Conseguir este clima de confidencialidad entre paciente y médico de familia, debería extenderse al resto de los profesionales de la salud.