XXXVIII Congreso de la semFYC – Barcelona
del 10 al 12 de mayo de 2018
Desarrollar un índice de fragilidad electrónico utilizando datos de la historia clínica informatizada y validar los resultados en una muestra de pacientes de 65 o más años enfrente a escalas de fragilidad, institucionalización y mortalidad en el seguimiento.
Estudio de validación, transversal y longitudinal. Se adaptó un índice por acumulación de déficits a partir de revisión de literatura y consenso. Ámbito: Atención Primaria. Se extrajo de la historia informatizada la información anonimizada de los 36 déficits incluidos. Población de estudio: mayores de 64 años de la zona (N=229.118). Se categorizó en cuatro estratos: robusto, fragilidad leve, moderada o severa. Se investigó la validez concurrente en una muestra aleatoria de 333 individuos administrándoseles dos escalas validadas de fragilidad (Clinical Frailty Scale y RISC) tras consentimiento informado. Se estudió la validez predictiva en seguimiento a los 18 meses frente a institucionalización y mortalidad. Se analizó el Área Bajo la Curva ROC del índice enfrente a las escalas y resultados adversos.
El índice medio fue de 0,15, con un rango de 0 a 0,67. La distribución fue de 48,4% de población robusta, 34,6% fragilidad leve, 13,6% moderada y 3,4% avanzada. El análisis de sensibilidad concurrente frente a las escalas de fragilidad CFS y RISC mostró un área bajo la curva de 0,74 y 0,82 respectivamente. En el seguimiento de 18 meses un 2,1% se institucionalizó y un 5,6% de la población fue éxitus, aumentando la proporción según peores categorías de fragilidad (p<0.001). El área bajo la curva fue de 0,76 y 0,75 respectivamente.
La distribución del índice se corresponde con la literatura, con una capacidad discriminativa buena. La estratificación de la fragilidad de forma rutinaria con base poblacional y automatizada puede ayudar al mejor abordaje de los pacientes ancianos, siempre que se asocie a intervenciones efectivas tempranas, en el centro o la comunidad.