13-14-15 de noviembre de 2025
La valoración del estado nutricional forma parte de la valoración geriátrica integral. El proceso de valoración nutricional consta de 3 partes:
El cribado constituye el primer paso de la valoración nutricional geriátrica, tratando de identificar precozmente a los sujetos que requieren una valoración nutricional exhaustiva y que pueden beneficiarse de una intervención nutricional temprana. El test más utilizado en nuestro medio es el MNA en su versión corta (MNA-SF).
La historia clínica permite conocer enfermedades de riesgo (que influyan en la ingesta o aumenten el gasto energético), así como revisar fármacos y la ingesta habitual.
En la exploración, las medidas antropométricas nos ayudan a conocer la composición corporal (reserva grasa y masa magra del organismo).
Al tratarse de ancianos, es de especial interés realizar alguna prueba funcional como el Short Physical Performance Battery (SPPB), el Test de velocidad de la marcha o el Test de levantarse de la silla.
La analítica complementa la información obtenida mediante la historia clínica.
Por último, en la intervención nutricional trabajaremos con el anciano y su familia sobre cómo gestionar una alimentación saludable y cómo modificar los alimentos para adaptarlos a las necesidades clínicas específicas del paciente, en caso de que sea necesario.
El estado nutricional juega un papel crucial en el envejecimiento saludable, siendo fundamental para el mantenimiento de los tejidos y sus funciones, así como en la prevención y tratamiento de enfermedades que aumentan el riesgo de hospitalización, discapacidad y mortalidad.
Todas las personas mayores (incluyendo aquellas con sobrepeso y obesidad) deberían someterse periódicamente a un cribado nutricional.
